Los apoyos constituyen un elemento fundamental para el desarrollo a lo largo de la vida. Son esos recursos interpersonales y sociales los que nos ayudan a enfrentar desafíos y adversidades con los que también compartimos alegrías. Consisten en el aporte de artículos materiales, afecto, validación, motivación y asistencia, que favorecen el logro de metas, la superación de pérdidas, el manejo del estrés y la introducción de cambios en las trayectorias vitales. Son también las ayudas de otras y otros para movilizar nuestras potencialidades al asumir tareas y proyectos. Los apoyos son necesarios para la resolución de una variedad de situaciones, desde lo más operativo hasta lo más íntimo o profundo, asimismo pueden ser instrumentales, emocionales o económicos.
Estos recursos se constituyen en redes o sistemas cuando hay interacción y presencia de lazos afectivos y relaciones formales e informales entre personas e instituciones. El recibir apoyo durante transiciones, esperadas o inesperadas que implican cambios en relaciones, rutinas y roles, facilita que se enfrenten exitosamente e, incluso, que se dé un fortalecimiento a partir de esas experiencias inicialmente abrumadoras. Es decir, hay más probabilidades de tener respuestas resilientes cuando los eventos vitales ocurren en el contexto de redes de apoyo.
Un apoyo genuino es el que dirige sus esfuerzos al desarrollo y a la mayor autonomía posible de la persona, la identificación de fortalezas y a la oferta de oportunidades para satisfacer necesidades. En muchos casos, las redes son integradas principalmente por familiares, pero son igualmente significativas si están integradas por compañeras y compañeros de trabajo, amistades, parejas, vecindario y personal de instituciones. Hay quienes incluyen dentro de sus redes a personas que ya han fallecido, aún así sus criterios y afecto siguen siendo atesorados (“la recomendación que me pudo haber dado Fulana”, “las palabras de aliento que me hubiera dicho Mengano”).
Se ha demostrado que contar con redes de apoyo en la etapa de la adultez mayor incrementa la autoestima, el bienestar y los logros en diversos ámbitos. A la vez, la insuficiencia de apoyos influye de forma negativa en la salud física y mental, asociándose con mayor abuso de sustancias, ansiedad y depresión. Tener con quienes compartir dudas, penas y alegrías promueve que se mantengan la curiosidad, el contacto con habilidades creativas y el deseo de aportar y contribuir. Al igual que otros elementos del desarrollo, lo ideal es que las redes de apoyo se enriquezcan y co-construyan desde etapas anteriores a la vejez.
Las redes implican necesariamente reciprocidad en la satisfacción de necesidades y promoción de la plenitud. Las redes son vivas y dinámicas, por lo que no es sólo la persona adulta mayor la que recibe ayuda y se beneficia: quien recibe apoyo también lo ofrece, favoreciendo así la generatividad, la cual contribuye a un envejecimiento satisfactorio y a la clarificación del sentido de vida. Las redes más efectivas son las que se caracterizan por el respeto y valoración mutua. De hecho, el ser una persona compasiva, interesada en las y los demás, es uno de los componentes más importantes del bienestar, de acuerdo con la perspectiva de las mismas personas adultas mayores.
Se torna relevante examinar las redes o sistemas de apoyo, especialmente si se han sufrido pérdidas y cambios. Se recomienda que cada persona analice sus sistemas de apoyo, idealmente antes de que se presente una transición o crisis, considerando qué o quiénes han representado soportes en el pasado y las formas de establecer contacto. En situaciones de crisis, contribuye que la persona confíe en sus propias capacidades y que quienes le apoyan tengan altas expectativas y una visión optimista. Una oportunidad para enriquecer las redes de apoyo es involucramiento en actividades significativas.
Es importante saber que los sistemas de apoyo, al igual que otros sistemas, tienen fortalezas y deficiencias. Como cualquier proyecto humano, construir y mantener activa una red de apoyo no es tarea fácil; pero, por otra parte, cuando se construye en conjunto en pro del bienestar, se dan beneficios de largo alcance para todas las partes involucradas. Saber que no estamos solas o solos, en lo bueno y en lo malo, así como ser parte de grupos que muestran a las personas que ellas tampoco lo están, alimenta la esperanza, otro elemento esencial para transitar por la vida.

