Nada es tan difícil en Costa Rica como rastrear los ingresos de los verdaderamente ricos. Para aclarar, los verdaderamente ricos no son quienes tienen ingresos de unos millones de colones al mes, o aún de unas decenas de millones de colones al mes, sino quienes tienen ingresos de millones de dólares al mes.
Los abogados de estas personas, especialistas en elusión, han construido, a partir de los portillos brindados por la legislación nacional, toda una maraña legal y empresarial que opera a escala internacional e imposibilita asociar ingresos totales con personas específicas.
Esa imposibilidad es una de las razones que explica por qué resulta muy fácil para los grandes medios de comunicación emprender campañas sistemáticas para convencer a la población de que los verdaderos ricos de este país son los empleados públicos, y que maestras y profesoras, con salarios de millón y medio de colones (esos mismos salarios que el presidente insiste en recortar) son potentadas.
Dado que los verdaderamente ricos son los dueños de los principales medios de comunicación en el país, esos medios nunca hacen reportajes sobre las gigantescas riquezas de esas personas, ni sobre sus elusiones, ni sobre sus evasiones (según esos medios, quien trate estos temas fomenta la lucha de clases).
Sería oportuno que, a partir del debate actual sobre los verdaderamente ricos, se creara un observatorio sobre la concentración de la riqueza, la elusión y la evasión fiscal en el país, y que mediante una metodología innovadora se diera seguimiento sistemático a esos ríos de dinero que, con nombres y apellidos, silenciosamente fluyen en las sombras.