Opinión

¿Quien sostiene la pluma escribe la historia?

Este artículo constituye una crítica a la masculinidad del personaje de Willy de la película “Colette”, fue elaborado por María Laura Arce-Núñez, Carlos Guillermo Calderón-Tenorio, Jake Guevara-Chavarría, Ekaterina Rojas-Kolomiets, Nathan Romano-Solís y Nataly Ugalde-Quesada,

Este artículo constituye una crítica a la masculinidad del personaje de Willy de la película “Colette”, fue elaborado por María Laura Arce-Núñez, Carlos Guillermo Calderón-Tenorio, Jake Guevara-Chavarría, Ekaterina Rojas-Kolomiets, Nathan Romano-Solís y Nataly Ugalde-Quesada, pero representa a todas las estudiantes del curso “Seminario de Temas Feministas, una aproximación filosófica”.

Nosotras consideramos que el carácter relacional de las masculinidades provoca la necesidad de observar las relaciones de poder, de analizar el carácter histórico del género y el problema de la subordinación de las mujeres.

En un momento en que las calles están siendo testigas del despertar feminista, estamos volteando a conocer las historias de las mujeres en el pasado, tal es el caso de Colette, una literata francesa que vivió bajo la sombra de su esposo Willy, un hombre que, desde el discurso del amor romántico, la sometió y esclavizó a escribir para él. Pero ¿cómo sustentaba Willy su masculinidad?

Su nombre no solo lo representa como persona, sino también como una marca comercial. Al usar su nombre en esta representación dual, su masculinidad no solo depende de su actuación dentro de los límites de su cuerpo, lo sobrepasa y lo extiende a un capital cultural.

Para la sociedad, Willy era ese hombre encantador, fascinante, creador de historias que demostraban un gran saber sobre lo que deseaban las mujeres, inquietudes que despertaban en ellas por ser Colette quien exponía su alma en cada libro.

Sin embargo, al estar ella inscrita dentro de las significaciones patriarcales del matrimonio y del amor romántico, no solo su escritura sino ella misma se vuelve capital cultural de Willy, se vuelve su objeto y al mismo tiempo la potencia de su masculinidad.

Ubicada allí, son múltiples las manifestaciones de violencias machistas que ejerce Willy sobre Colette, el Ciclo de violencia lo representa con claridad:

1. Acumulación de la tensión, evidente en el control extremo impuesto por Willy;

2. Explosión, las discusiones, amenazas, aislamiento y el secuestro para obligar a Colette a escribir;

3. Distanciamiento; y

4. Reconciliación, etapa constante en la que Willy, arrepentido, presenta un trato “encantador” y manipulador; situaciones que reaparecen sucesivamente justificadas por Willy bajo el “beneficio” de contar con ideas para sus escritos.

Este ciclo es solo una parte de una estructura obsesiva de un amor romántico basado en la apropiación y la dominación masculina de “el hombre proveedor, y la esposa en casa”.

Sin embargo, lo pasional vence a lo romántico; en el fondo constituye un amor pasional que sirve como excusa para Willy al afirmar el amor por Colette como la causa de sus acciones más irracionales y protectoras.

Además, existe una libertad sexual, puesta sobre otras mujeres, permitida para él, mas solo para Colette en el grado que alimente su producción literaria y el disfrute de Willy, cuyo deseo es defendido desde su masculinidad como un instinto incontrolable.

Si bien, las masculinidades son cambiantes entre culturas y momentos históricos e influyen en la experiencia de vida de cada individuo y entre diferentes grupos de hombres, es claro que la masculinidad dominante en la película, es decir, esa ejercida por Willy, continúa la idea de que la dominación de los varones es natural, así como su papel de protector y proveedor económico, demostrando constantemente la necesidad de controlar una pluma que ya escribía su propia historia.    

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