Como es sabido, Macondo alcanzó popularidad, perpetua quizás, por la imaginación, talento y sudor de un Gabriel García, pero hoy se reanima de la mano y los pies de políticos de turno, quienes faltos de ingenio y tino, y en los peores casos suicidas, llenan titulares de la prensa que les consiente declaraciones como que el calentamiento global es “invención de China para perjudicar la economía de EE.UU” (Donald Trump) para después desdecirse, pero solo para confirmar que no se tomará prevención alguna respecto a ese calentamiento porque los científicos no coinciden sobre sus causas y que, “a la corta” el calor excesivo aminora los sufrimientos de los estadounidenses ante la crudeza de los últimos inviernos. Gracias al régimen “democrático” estadounidense, Donny “caotiza” con solo tener posibilidades de reelegirse por otros insostenibles cuatro años. No existe capacidad planetaria para internarlo en hospital sellado o cárcel clandestina. Si es esta última habría que solicitar que no se le violen derechos humanos (¡!)
En Costa Rica, país al que alguna vez se honró con un Premio Nobel para una personalidad hoy, por merecida desgracia, en desgracia (no faltarán jueces que quieran salvarlo pero, el daño ya está hecho), el gobierno en curso reconoce como gobierno legítimo de Venezuela al encabezado por el diputado Juan Guaidó, quien se autoproclamó como tal casi en el mismo momento en que el Tribunal Supremo de Justicia venezolano ratificó la inconstitucionalidad de la Asamblea Nacional de ese país (presidida por Guaidó) y pidió a su Ministerio Público ubicar (y suponemos detener) a los responsables del órgano legislativo por usurpar funciones del ejecutivo.
Por supuesto, el Tribunal Supremo de Justicia se ubica en el bando “madurista” y Guaidó en el del enemigo. El país se divide en amigos y enemigos (que, como se sabe, luchan a muerte). Venezuela carece de toda tradición democrática y por ello el gobierno de Maduro sin duda incluye sectores ineptos, corruptos y etcétera, pero también lo hacen sus enemigos. La fuerza decisiva del gobierno de Maduro la configura el apoyo de sus militares. Hasta el momento no han optado por un golpe de Estado que, excepto las muertes inevitables, no resolverá mayor cosa. La posibilidad de una guerra por invasión (más acongojante aún que un golpe de Estado porque arrasaría sectores populares con mayor bestialidad) se ha acentuado por las elecciones de presidentes neoligárquicos en Brasil y Colombia (vecinos geopolíticos de Venezuela) quienes caen en éxtasis eróticos si se aprieta el gatillo o se atiza el garrote que veja-veja-reveja civiles indefensos. Macondo es lírica.
El afamado gobierno de Costa Rica debería haber, desde siempre, encabezado los diálogos por una salida negociada para los sufrimientos venezolanas. Pero por el contrario, y reforzando una dudosa línea del anterior gobierno del PAC, apoyó con entusiasmo al “presidente paralelo” Guaidó, y dio credenciales como legítima representante de su gobierno en Costa Rica a una joven dama, al parecer llamada María Faría, quien en su primera acción pública asaltó el recinto de la Embajada (madurista) de su país. Su acto violó normas internacionales (y locales) delicadas de violar y la administración Alvarado se vio forzada a declararlo “inaceptable” (lo hizo un funcionario de menor rango), pero sirvió como muestra de lo democrático y republicano que es el sector guaidista apoyado por los gobiernos de Estados Unidos y el de España (el último mantiene presos a los dirigentes independistas catalanes). En fotografía de la alocada acción encabezada por Faría no se ve en su grupo de trabajo (o comando de asalto, vaya a saberse) ningún afrovenezolano ni “moreno” (esta es una categoría ‘racial’ creada por los venezolanos que no quieren ser llamados “negros”. Razones han de tener). Afroamericanos y “morenos” constituyen, por margen estrecho, la mayoría de la población venezolana. negros e indígenas son los sectores históricamente más castigados de esta población. Suave, Macondo, suave.
Por si faltara, el gobierno de Costa Rica tampoco se esfuerza por una salida negociada en Nicaragua. En el país vecino el espíritu de Somoza se apodera de sus gobernantes de modo que la guerra de los setenta (y en parte de los 80) las libró su heroica población en vano. Hoy “gobiernan” Daniel Somoza y Rosario Murillo de Somoza. Antes lo hicieron Arnoldo Somoza Alemán y Violeta Somoza viuda de Chamorro. La salida negociada en Nicaragua no es factible si los adversarios del perpetuo Somoza no abandonan sus acusaciones de delitos de lesa humanidad contra la parejita somociana. Esos delitos no permiten a Daniel-Rosario Somoza pactar su fuga porque facilitan acusaciones y expropiaciones internacionales en su contra. Por lo tanto no se ha de mencionarlas y conviene retirarlas. Cuando las nuevas formas corporales de Somoza abandonen, millonarios, Nicaragua se verá. Estados Unidos (uno de los mayores violadores de derechos humanos de la galaxia, pero que no acepta ir a los tribunales por estas violaciones) podría arrinconarlos. Esto, si lo desea. También tiene hoy el poder de asfixiar su economía ya paupérrima. No lo hace. La administración Alvarado, en diálogo secreto, podría preguntar por las razones. Se adivina Macondo. Solo que aquí los elefantes no se nutren de cocodrilos, sino que los políticos se abanican con ladrillos y rocas de hielo para ahuyentar el frío. Desde la cárcel que merezcan el Nobel Arias y el político zahorí que administra el país, podrían contarle a sus conciudadanos por qué tanto brinco y oscuridad cuando parejas de todo tipo sobran y el país es conocido cósmicamente por el éxito de sus frecuentes y constructivos debates internos.