Opinión

¿Quién le teme a Greta?

El tema de lo ecológico conlleva mucho calentamiento… emocional, bastante hipocresía y cierta esperanza.

El tema de lo ecológico conlleva mucho calentamiento… emocional, bastante hipocresía y cierta esperanza. En un país que se las da de pura vida ambiental, esta mañana cerca del museo de jade visualicé por lo menos un centenar de puchos, de diversos establecimientos cerca. Bueno…¿cuál es el problema? Proclaman, de seguro en la vecindad: -“¡hay barrenderos”, me dicen! Yo, forastero feroz, nunca he entendido esa costumbre local, de barrer para la calle.

Ese es el problema de fondo: la actitud de la gente, nosotros, frente a un problema gigantesco que creamos. La naturaleza, en este “nuestro” planeta, no necesita la especie humana para su perpetuación y hasta su florecimiento: de repente, en las primeras décadas del siglo XIX, la contaminación llegó sobre rieles, sí, las de Stevenson. El crecimiento exponencial al que todavía asistimos, con ingenuo optimismo hasta poco pensábamos capearlo sobre todo a base de tecnología.

En 1977 y a escala mundial irrumpió la discusión pública respecto de la avalancha que se nos venía. Pero: “en los años siguientes, Exxon invirtió hasta $30 millones para sembrar duda sobre la ciencia del clima e integró organizaciones dedicadas a ese fin” (Armando González, en LN del 27.10.19). Y en el mismo periódico, Fernando Durán, químico, expone que “para desfosilizar (es decir: descarbonizar) un país de las dimensiones de Panamá, habría que instalar cada día una turbina eólica nueva o su equivalente en paneles solares”… Y me entero de que Google, por un lado se las da de ecológica y por otro… subvenciona a grupos anti…

Contra tanta lengua bífida, por nuestros hijos y nietos, vale la pena levantar la antorcha; una no contaminante, por favor. A escala mundial, planetaria y en la vía humanista, gran parte de la solución, más que en ilusiones diversas a corto plazo, es soñar despierta como lo hace Greta T. Bueno, podría comentar páginas enteras sobre esa niña sueca que falta a la escuela y anda revolviendo el gallinero por todas partes.

Ella, de 16 años, ayudada por sus diligentes padres e instituciones serias, me encanta. Tiene cara de pocos amigos, pero no está posando para vanidades. Me entusiasma, y, queriendo ayudarla en su combate, no se me ocurre sino compararla con “Dulle Griet”,Greta la furiosa, esa mujer con palo en el cuadro de mi Brueghel: está caminando a grandes trechos, para ir a luchar contra el infierno. A más de cuatrocientos años… debemos seguir en lo mismo, ahora con esa nueva Greta… ¡que no se hace la sueca!

¡No es ninguna histérica ni resentida! ¡Adelante todos en el combate real!

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