Opinión

¿Quién forma a los Emprendedores Sociales?

Existen democracias o formas de gobernanza que tienen marcadas diferencias en su institucionalización. Coexisten en ellas actividades formales y consensuadas para acceder a la autoridad pública,

Existen democracias o formas de gobernanza que tienen marcadas diferencias en su institucionalización. Coexisten en ellas actividades formales y consensuadas para acceder a la autoridad pública, con otras formas de poder discrecional como el clientelismo y el particularismo.

Con sus aciertos y desaciertos, sus luces y sombras, sus éxitos y sus fracasos, la sociedad civil busca canalizar las demandas ciudadanas de igualdad, solidaridad, derechos humanos, gratitud y de justicia social. Eso no implica negar el rol del Estado ni pretender suplantarlo; por el contrario, se trata de construir nuevas agendas de acción conjunta con el sector estatal académico para superar las brechas sociales de desigualdad e injusticias.

Las empresas de la sociedad civil constituyen ese mare magnum de actividades que comúnmente se conoce como Economía Social Solidaria. Esto es el acceso a los recursos mediante productos financieros ideados para todo tipo de emprendedor o grupos productivos, lo cual se debe considerar para el óptimo manejo de los recursos la formación humana y técnica de cada emprendimiento.

La demanda ciudadana por respuestas en lo social crece, y en diversos países se han montado importantes políticas sociales.

Pero se necesita la acción combinada de todos los actores del tejido social para enfrentar una deuda moral – social por la presencia de desigualdades.

El emprendimiento social, el padre de los demás tipos de emprendimientos, es imprescindible en estos tiempos y sobretodo en Guanacaste. Las razones son por su efecto directo, por su rol catalítico de alianzas y por la confianza que inspira en la mayoría de los sectores del tejido social.

Los gobiernos más renovadores están utilizando cada vez más ONG emprendedoras como agencias de ejecución de programas sociales. El emprendimiento social ha avanzado por su sola cuenta, movido por poderosos impulsos éticos y espirituales. Por ello, es pertinente que se le dé respuesta en términos de formación de emprendedores sociales.

Se deben crear espacios orgánicos para ello y las universidades deben dotar de instrumentos y modelos más avanzados. Para su tarea, si se le da pleno conocimiento de las mejores experiencias posibles o si se fomenta el mentoring, es posible multiplicar su impacto social. De esta forma, estos marcos formativos pueden ser objeto de alta demanda por la juventud actual para la que el emprendimiento social es hoy una opción importante de sostenibilidad e ingreso.

En Centroamérica no existen carreras de grado o postgrado en esta materia, y no forman parte orgánica de lo que aprende la amplia matrícula universitaria de la región; es decir, el emprendimiento social no es transversal en la educación pública centroamericana.

Los jóvenes de las carreras universitarias públicas actuales, como las de ciencias sociales y económicas, las educativas, las gerenciales, y muchas otras, acogerían con gran interés la alternativa de este tipo de carrera para formar emprendedores sociales desde su vocación profesional. Esto es una manera de retribuir el aporte estatal por su formación.

Por ejemplo, las actividades relacionadas con el emprendimiento social atraen audiencias en las universidades. La presencia de un emprendedor social exitoso genera auditorios muy superiores a los usuales, y a los que asisten a disertaciones de especialistas.

Los estudiantes que realizan su trabajo comunal universitario desean estar en contacto con estas dimensiones de la realidad y aprender a implementar emprendimientos sociales, con lo cual aspiran a poder aportar solidaridad concreta.

Actualmente hace falta crear conciencia en los rectores, decanos, profesores, universidades públicas y privadas sobre el rol multiplicador que podrían cumplir estas casas de enseñanza de estudio si forman emprendedores sociales.

Se debe promover, en Guanacaste y en toda Costa Rica, el diseño de políticas para fortalecer las instituciones formativas de emprendedores; así como el crear un plan para impulsar esta formación en las universidades.

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