Estimado don Guillermo Santana, integrante del Consejo Universitario:
Me tomo la libertad de responder informalmente a su carta dirigida a la Directora de este Semanario, en la que hace usted un conteo de páginas y un análisis del contenido publicado el pasado 14 de agosto.
Ciertamente doña Laura Martínez le responderá formalmente, como corresponde, pero en mi rol de Jefe de Redacción no podía pasar por alto sus señalamientos.
El Semanario UNIVERSIDAD es un medio de comunicación universitario que desde sus inicios, en 1970, ha tenido una clara vocación hacia los temas nacionales y es, justamente, ese espíritu el que lo hace distinto a cualquier boletín interno universitario.
Es entendible que cada vez que el Semanario UNIVERSIDAD destaca por sus coberturas y pone agenda, resurja (una y otra vez) la tentación entre los grupos de poder de la comunidad universitaria el tratar de redirigir toda esa relevancia y reflectores hacia adentro del campus.
Sin embargo, don Guillermo, mal haría este medio de comunicación en sentarse a “verse el ombligo” en la Universidad de Costa Rica, por la sencilla razón de que tal acto nos condenaría a la irrelevancia y, por tanto, estaríamos desperdiciando los valiosos recursos que la propia universidad, y, por ende, el país, ha dispuesto para que cumplamos la misión de hacer un buen periodismo, crítico e independiente.
Recibo con preocupación la opinión que se esgrime en su carta, no solo por la ligereza de supeditar sus conclusiones a un simple conteo de páginas de una sola edición, sino porque, además, viniendo de una autoridad universitaria, estas opiniones más parecen un dictado de línea para la nueva directora.
Por supuesto que en UNIVERSIDAD siempre serán recibidas todas las opiniones, las recibimos en buena cantidad y muchas veces hasta llenas de contradicciones.
Nos han dicho oficialistas, liberacionistas, frenteamplistas, comunistas, neoliberales, prosistema, antisistema y decenas de calificativos más sobre nuestro trabajo, sin lograr realmente encasillarnos.
Me extraña mucho de un universitario que salió de la academia para dirigir una institución de gobierno y que ahora es autoridad en esta casa de estudios, este desdén por los grandes temas nacionales y la insistencia para que las páginas se llenen de información universitaria.
Si hoy le preguntaran a usted como integrante del Consejo, ¿para quién debe trabajar la Universidad de Costa Rica?, imagino que su respuesta inequívoca será “para el país”.
¿Por qué entonces la respuesta sobre el trabajo que realiza el Semanario UNIVERSIDAD debería ser diferente?
Por supuesto que el Semanario UNIVERSIDAD tiene que atender también la agenda universitaria: sus aciertos y desaciertos, pero jamás puede ceder en el ejercicio del buen periodismo enfocado en los temas que son de claro interés público, nacional e internacional.
Conociendo como conozco a doña Laura Martínez, tengo la certeza y la tranquilidad de que el Semanario no se convertirá ahora, como no lo fue antes, en una revista para destacar las innegables bondades del quehacer de nuestra alma mater.
Su reclamo, don Guillermo, es además inoportuno en el contexto de las polémicas que envolvieron este último proceso de elección de la Dirección del Semanario, pues parece sumarse a las voces de los decanos que también reclamaron, con poco tino, más páginas de información universitaria.
En la edición que circulará esta semana, podrá conocer usted detalles sobre la gravísima situación que viene atravesando la Sede de la Universidad de Costa Rica en Guanacaste.
Como integrante de la Comunidad Universitaria, espero sinceramente que este asunto amerite de parte de las autoridades mucho más que un conteo de páginas. Ustedes, como Consejo Universitario, ya tomaron las decisiones que les correspondía sobre este medio de comunicación.
Ahora sería prudente que, en respeto a la libertad de expresión y de cátedra que resguardan nuestro quehacer, permitan que Laura Martínez y quienes integramos su equipo, podamos tomar las nuestras sobre cómo hacer periodismo y cómo hacer el Semanario Universidad.
