Opinión

Puta por gusto

A través de la historia la mujer se ha catalogado como un precioso objeto.

A través de la historia la mujer se ha catalogado como un precioso objeto. Igualmente, sus dones se compraban y vendían para ser utilizadas para su explotación o para intercambiarse por mercancías, porque ¿qué mejor forma de cerrar un negocio que entregando a una mujer? En la Antigua Grecia, ya existían las prostitutas divididas entre las de mayor rango, las independientes y las esclavas que pertenecían a un proxeneta, situación que no es muy diferente a lo que podemos observar en nuestros días, así como la visualización de mujer como simple objeto mercantil. “El oficio más antiguo del mundo” es la forma más cruel de decir que siempre se ha visto supeditada a la compra y venta de quien ha tenido el poder sobre ella: el hombre.

Con el pasar de los años los hombres dejaron de vender mujeres, o al menos eso quieren hacernos creer, pues el lucrativo negocio de la explotación sexual no es algo que se acabe de la noche a la mañana y más cuando se le mete en la cabeza que siempre que falte comida puede vender lo que le queda: su cuerpo. Este triste negocio se nutre de la pobreza y la vulnerabilidad de muchas mujeres que, a falta de otras opciones para sobrevivir, además de amor propio y libertad, sucumben ante la venta de su ser por sí mismas o por terceros. Una mujer que se ame y se valore nunca se rebajaría a ser un objeto pasivo de quienes tienen el dinero para comprarla, lo que nos demuestra entonces que no existe una equidad de género y que el sistema patriarcal desea que sigamos perpetuando nuestra supuesta inferioridad para movernos a sus anchas.

¿Qué pasa con las mujeres que han decidido “libremente” convertirse en putas? Al señalar el gran problema de autocosificación inherente a la prostitución, empezamos a ver como las mismas mujeres defienden el derecho a vender su cuerpo, pero, como señala Françoise Heritier, “decir que las mujeres tienen el derecho de venderse es enmascarar que los hombres tienen el derecho de comprarlas”, y no podría estar más de acuerdo. Esa supuesta libre elección nos la aderezan mayoritariamente proxenetas que no desean perder su minita de oro con el llamado empoderamiento femenino de la prostitución. ¿Cuál es el problema si ellas quieren ser putas? No olvidemos que los machos de la especie son quienes nos han convertido en putas al buscar satisfacer sus deseos a nuestra costa y que “la prostitución nunca ha sido un oficio de mujeres, sino ante todo un comercio entre hombres.” (2016, Sylviane Dahan Sellem), por lo que de prostitutas solo tenemos lo que ellos desean que tengamos. Una no se mete a puta porque se siente libre, se mete a puta porque es esclava del sistema de la demanda sexual.

Si nos ponemos a analizar este espeluznante intercambio de sexo por dinero, nos daremos cuenta de que no es un negocio para nada justo, pues, mientras él simplemente paga para “legalizar” la acción de violar, ella pone su cuerpo, su mente, su dignidad y su actuación para que salga satisfecho. Además de todo este peso psicológico, el gran riesgo al que se exponen de ser contagiadas de alguna enfermedad de transmisión sexual, de ser golpeadas, torturadas y humilladas hace de esa “profesión” una práctica totalmente inhumana, y no olvidemos que es el destino más frecuente de la trata de personas. ¿Qué pasa con los putos? Aunque sabemos que también hay hombres en situaciones de vulnerabilidad que optan por esta práctica, no se puede negar que la mayoría de las personas en ella son mujeres y que la mayoría de los consumidores de prostitución, homosexual o heterosexual, son hombres.

Nunca podremos ver en la prostitución los derechos de quienes la practican, solamente de quienes pagan y de quienes las y los explotan, pues, por sí misma, la práctica deshumaniza totalmente a quien necesita ver como mercancía. Si se lucha a favor de la prostitución, se lucha a favor de personas que, sintiéndose superiores, usan al ser humano para su satisfacción personal, sea económica o sexual; se lucha a favor de la esclavitud y, si una sola es esclava, todas lo seguiremos siendo.

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