Opinión

Progreso y representación: ferrocarril en Cartago (1873)

La entrada oficial de la primera locomotora a Cartago en noviembre de 1873 marcó un hito en la historia de Costa Rica de la segunda mitad del siglo XIX. Simbolizó el advenimiento de una era de progreso, modernidad y modernización en la pequeña república liberal y cafetalera. En la fotografía adjunta, perteneciente al Archivo Nacional de Costa Rica, se observa a la multitud reunida durante el recibimiento al general presidente Tomás Guardia Gutiérrez (1870-1882), quien horas antes había salido de Alajuela. Llama la atención un arco triunfal efímero hecho de flores, palmas y ramajes, erigido especialmente para el acto inaugural. Al fondo, se pueden distinguir las plácidas montañas que rodeaban a aquella Cartago agraria y rural.

La fotografía que captura en una superficie bidimensional este momento histórico refleja el entusiasmo y la esperanza del sector gobernante, que veía en el ferrocarril una oportunidad apoteósica para transformar su realidad. Este avance de la Segunda Revolución Industrial prometía conectar el cuadrángulo de ciudades principales del Valle Central con la región Atlántico-Caribe y los mercados internacionales, facilitando la exportación del café, producto motriz de la economía costarricense.

El ferrocarril no solo dinamizó la actividad agroexportadora, sino que transformó las dinámicas sociales y culturales. La construcción de la vía férrea atravesó terrenos montañosos y selvas tropicales, y fue posible merced al esfuerzo de un contingente laboral diverso, compuesto por costarricenses, chinos, italianos y afrocaribeños. A pesar de múltiples vicisitudes, la obra fue completada con éxito en la década de 1890.

Cartago, antigua capital colonial, se consolidó como un nodo estratégico en el sistema de comunicaciones interno. La llegada del ferrocarril impulsó su modernización, dinamizó su comercio y conectó a sus habitantes con el resto del país. Para una población acostumbrada a sistemas de transporte tradicionales, la “máquina de hierro” representó no solo un símbolo y realidad de progreso, sino también un instrumento hacia un futuro visualizado como prometedor.

En suma, el arribo del ferrocarril a Cartago marcó el inicio de un nuevo derrotero para la Costa Rica decimonónica. Más allá de su impacto económico, este evento simbolizó el potencial del país para adaptarse a la modernidad noratlántica. La imagen fotográfica de 1873 no solo capta un instante decisivo, sino también es un recordatorio del esfuerzo y la visión que definieron esta época de transformaciones, al calor del ideario liberal de civilización y progreso material.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido