Opinión

Privadas de libertad y estudiantes universitarias de la UNED

Con altos y bajos, la experiencia de ser estudiante universitaria en un contexto de privación de libertad tiene tanto aspectos positivos como negativos.

Con altos y bajos, la experiencia de ser estudiante universitaria en un contexto de privación de libertad tiene tanto aspectos positivos como negativos. Se disfruta del aprendizaje a lo largo de todo el proceso, pero al mismo tiempo se viven duros momentos de confusión y frustración.

Como estudiantes privadas de libertad vivimos en medio de situaciones que limitan nuestro aprendizaje, el ruido y los problemas de convivencia son el día a día, al tiempo que no tenemos acceso a Internet o a una biblioteca acorde a nuestros intereses académicos, y tampoco tenemos clases presenciales o tutorías que permitan intercambiar conocimiento, aclarar con mayor rapidez nuestras dudas y aprovechar mejor el material didáctico.

Por otro lado, existen otras limitaciones en nuestro proceso de formación profesional que no son de tiempo ni espacio sino emocionales que ponen a prueba nuestra voluntad. Cada vivencia nueva genera expectativas, incertidumbre y dudas: ¿podré lograrlo?, ¿qué hacer cuando no conozco sobre un tema?, ¡tengo muchos años de no estudiar!, son expresiones que dejan ver en la mayoría de los casos temores que tenemos como estudiantes y que se vuelven obstáculos en nuestro camino que nacen de nosotras mismas, pero el entorno complica la situación.

Sin embargo, en esta experiencia hemos aprendido que si vamos a realizar algo hay que hacerlo bien, la mediocridad no da victorias y no obtener buenos frutos puede causar muchos sentimientos de confusión y frustración. Cada persona tiene habilidades que debe explorar, exteriorizar y materializar sin importar el lugar o la dificultad que esté viviendo.

Ser estudiantes en privación de libertad ha sido una nueva aventura donde cada una elige cuál es la fórmula para lograr el objetivo final: ser una profesional.

¿Cómo se siente estudiar en prisión? Poder aprobar cada materia es un paso de alegría, esfuerzo, incluso dolor hacia la meta final, es por eso que lo que sentimos como estudiantes universitarias privadas de libertad nos recuerda la metáfora del tigre: este animal cayó en un hueco muy profundo, intentaba salir pero no lo lograba, así que decayó desconfiando de su fortaleza y destrezas y perdió las ganas de luchar para salir de ahí, pero cuando empezó a llover y cuando se estaba ahogando en agua de lluvia, intentó buscar la salida, veía que perdería sus uñas, pero llegó a un punto que no le importó el dolor que pudiese sentir, entonces se impulsó una vez más hasta que logró salir; perdió sus uñas y dudó de sí mismo, pero se salvó.

De la misma forma cuando dudamos, pero logramos salir adelante sin importar qué sacrifiquemos, enfocándonos en nuestro objetivo, nos acercamos más a cumplir nuestros anhelos. No sabemos qué pasará en el momento en que salgamos, si nuestros esfuerzos tendrán frutos porque tenemos claro que nos persigue una “hoja de delincuencia” y el estigma de haber pasado por este lugar, pero esa incertidumbre no oculta nuestro deseo de superación, nuestras ganas de ser mejores personas aprovechando la oportunidad brindada por la UNED, que es la única universidad que llega a la población penal de este país, sin hacer distinciones de origen, creencias, género, circunstancias, respetando nuestra diversidad.


* CON COLABORACIÓN DE LA DELEGADA KATTIA MORA
ESPINOZA, DESDE EL CAI VILMA CURLING Y LA EDICIÓN
DE REBECA ARGUEDAS RAMÍREZ, DEL ÁREA DE
GESTIÓN DE PROYECTOS DE LA ESCUELA DE CIENCIAS
SOCIALES Y HUMANIDADES, EN EL MARCO DEL
PROYECTO “ANÁLISIS DE LA EXPERIENCIA EDUCATIVA
EN MUJERES PRIVADAS DE LIBERTAD: EXPERIENCIA
E IDENTIFICACIÓN DE NECESIDADES PSICOSOCIALES
Y EDUCATIVAS DE ACUERDO A LA PERSPECTIVA
DE ESTUDIANTES DE LA UNED COSTA RICA” DEL
INVESTIGADOR Y DOCENTE WILLIAM MURILLO LEIVA.
ASESOR FINANCIERO PROFESIONAL
[email protected]

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