Con el respeto que se merece el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), como poder de la república llamado a garantizar un proceso electoral transparente y democráticamente legítimo, y atendiendo al creciente uso y abuso de lo religioso con claros y evidentes intereses político electorales por parte de algunos partidos y candidatos, en mi condición de ciudadano me permito plantearle las siguientes preguntas:
¿Cómo se justifica la inscripción de partidos políticos para participar en una contienda electoral con definidos perfiles religiosos confesionales, y que apelan a principios y valores religiosos cristianos en sus discursos y actividades políticas? Efectivamente uno de esos partidos en su propaganda radial se define como “el partido cristiano… el del pececito”.
¿Acaso no es censurable que candidatos de algunos partidos (PLN, PUSC, PIN, PRN), en plena campaña electoral, asistan a una actividad religiosa con participación de las más altas autoridades, tanto católicas como evangélicas, con intensiones manifiestas de sacar provecho político electoral? ¿Por qué el TSE no se pronunció oportunamente al respecto, deslegitimando tales componendas político electorales con fines propagandísticos?
¿Puede corregirse el uso y abuso de la religiosidad del pueblo, por parte de algunos partidos políticos, con una simple multa? ¿No se está tolerando en exceso tales comportamientos, con este tipo de censura cosmética, cuando estas acciones más bien descalifican a un partido por no contribuir a un proceso electoral en donde todos los partidos participen en igualdad de condiciones, como debe ser en un sistema que garantice democracia electoral? ¿No estamos ante una nueva forma de impunidad en el ámbito electoral?
¿No es una contradicción que el TSE por una parte promueva una ciudadanía debidamente informada para ejercer un voto consciente e inteligente y, por otra, no se tomen las medidas adecuadas para evitar la desinformación que se da por la manipulación de los sentimientos religiosos, al tenor de la reciente declaración de la Corte Interamericana de Derechos Humanos respecto del matrimonio igualitario, que busca instrumentalizar al votante?
¿No debería el TSE tomar medidas más contundentes, oportunas y asertivas para evitar la manipulación de los sentimientos religiosos con el propósito de obtener dividendos electorales?, especialmente en un país donde la religiosidad es un factor cultural de gran incidencia en el comportamiento social, y, de esta manera, contribuir a revitalizar una institucionalidad democrática que ha venido mostrando debilidades sustantivas, que de no corregirse a tiempo incrementarán la pérdida de credibilidad en el sistema democrático que podría inducir a posibles salidas autoritarias y hasta violentas.
El país está urgido de ampliar y profundizar la democracia a todo nivel, para heredar a las próximas generaciones una sociedad más justa, solidaria y pacífica de la que nos heredaron las generaciones que nos precedieron. No podemos caer en el conformismo y la apatía. Hay que apostar por lo mejor. Pienso que el TSE y la institucionalidad de este país cuenta con las reservas éticas, la inteligencia y el sentimiento humanista para dar pasos más prometedores y valientes en esa dirección.