Opinión

Política y espectáculo

En nuestra aldea global, el espectáculo es una piedra filosofal para el gurú del mercado. Por eso la cofradía de los medios de comunicación

En nuestra aldea global, el espectáculo es una piedra filosofal para el gurú del mercado. Por eso la cofradía de los medios de comunicación  orienta a la opinión pública, promociona sus gustos estéticos y les inventan necesidades superfluas. Más allá de cualquier sospecha, los corifeos sintonizan los canales, las ondas y las ponen a los pies de esos seres amorfos que rigen la política local. Lo demás está revestido de ágiles contorsiones.

Ahora que la Argentina de Macri continúa con la política de despidos masivos (más de 150 mil almas en el sector público, con el mismo precepto: “mayor eficiencia; brindar mejores servicios y ordenar el Estado”)  y seguir la prescripción: “dejar hacer, dejar pasar” y olvidarse de los papeles de Panamá. Ahora que Dilma Rousseff fue democráticamente separada de su cargo popular por los corruptos que le achacan actos de corrupción y ahora que Venezuela es asediada por las mismas fuerzas progresistas del mercado y la mano invisible de Washington, lo que falta, repiten los chamanes es el tiro de gracia o una escalada sangrienta para botar a Maduro y que vuelva la democracia, suspiran los acaparadores con la vista puesta en el petróleo y los recursos naturales.

Pero, atención con nuestros criollos políticos de la Asamblea Legislativa: unos iluminados del cristianismo; otros  que reciclan sus trajes  -mantienen incólume su fe neoliberal-, ni qué decir de los de la “coima y contado”… se lanzan con varios proyectos para regular el sector público –la coyuntura es propicia: se felicitan, se dan golpes en la espalda, se dan besos al aire, se abrazan: todo un torrente de júbilo que enternece al más escéptico de los conservadores. Y los cálculos van y vienen: promesas para un sector organizado de los sindicatos, las amenazas consabidas y el “divide y vencerás” de lo cual son presa fácil los petimetres.

Y ¿cuál es el dilema? ¿Los privilegios del sector público que dicen los políticos de alquiler o derechos consolidados por la Constitución Política o la evasión fiscal? Y volvemos al viejo círculo: los que acaparan el capital y los que luchan por subsistir, frente a las pensiones de lujo que no son gollerías, sino dedicación y esfuerzo de los que han estado al servicio de la patria. Obsérvese que el espejo devuelve la imagen deseada, según el lugar de donde se miren los políticos. Pero estos zahoríes utilizan los instrumentos legales de las sociedades anónimas, con sus subsidiarias que se tornan verdaderos laberintos, para preservar su orden económico.

¿Y qué hacer ante la escalada de los aparatos represivos de la comunicación y sus ideólogos? Que dictan normas, recitan párrafos de las “cartas de intenciones” y juegan con el sistema político y sus instituciones como un  espectáculo más?  Si el círculo de poder bipartidista de la Asamblea Legislativa, sumado a los chamanes y otras especies, pretenden asumir funciones del Ejecutivo, es probable la confrontación social. Si los sindicatos se mantienen unidos y no le hacen el juego a los saltimbanquis de la política, se podrá negociar sin dramatismo y sin las cartas marcadas. Ese es el ideal. Sin embargo, ellos, expertos en los juegos de azar, saben que el poder es un espectáculo que requiere de los espejos para seguir multiplicándose.

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