El medio académico es sin duda el lugar que debe ocupar el pensamiento, la creatividad, la duda y sobre todo el debate de las ideas. Si la universidad como institución histórica cae ante el pensamiento único, se darían por sentadas e indiscutibles las “verdades coyunturales” que este pensamiento único ha logrado posicionar como irrebatibles.
Se trata de un sistema de pensamiento y acción cuyo correlato cultural repatriarcaliza al mundo y en el nivel económico desprecia la esperanza en el futuro para “dejar pasar, dejar hacer”. Empero, esto sería posible solamente si la duda y el valor colectivo no se posicionan.
Nos hemos permitido la libertad de incluir modestamente una discusión sobre los espacios de toma de decisiones en la Universidad de Costa Rica, tal es el caso del Consejo Universitario, que como bien indica el Estatuto Orgánico, se trata de “el organismo inmediato en jerarquía a la Asamblea Universitaria”.
La atribución jerárquica de tal espacio requiere del concurso del pensamiento crítico y de valoraciones que implicarían asumir que la realidad social adversa que vivimos es el resultado deuna operación hegemónica, tal operación no es monolítica y su desgaste deviene del actuar irreflexivo, su dificultad central es precisamente no ponderar alternativas.
La universidad como constructora de pensamiento, requiere de la confrontación de ideas tal ejercicio no implica “chabacanería” o vulgaridad, sino profundidad y lucidez. En toda instancia universitaria, la referencia a “pesos y contrapesos”, no deben ser vista como amenaza, sino como riqueza y validez para las decisiones que comprometen el futuro de la universidad pública.
La modernidad se funda precisamente sobre esta discusión que imbrica la responsabilidad, no sólo de aquellas personas académicas que ocupan cargos decisorios, sino de quienes eligen, dado que si no hay confrontación de ideas el horizonte decisorio se reduce y esto atenta contra la UNIVERSIDAD
