Opinión

Pensar en chiquitico

La UCR ha crecido y debe seguir creciendo cuantitativa y cualitativamente. Si queremos aspirar a ser un país de primer mundo, debemos contar con universidades de primer mundo;

La UCR ha crecido y debe seguir creciendo cuantitativa y cualitativamente. Si queremos aspirar a ser un país de primer mundo, debemos contar con universidades de primer mundo; por lo menos algunas. ¿Por qué? En cualquier sociedad, la Universidad (así con mayúscula) está llamada a liderar los procesos de creación de conocimiento que llevan a la comprensión de una realidad social compleja y en cambio permanente, y al planteamiento de soluciones derivadas de esa comprensión en el ámbito de la ciencia, la tecnología y la cultura en general. Eso es lo que posibilita el desarrollo verdadero, endógeno, propio, de acuerdo con nuestros valores y aspiraciones. Depender únicamente de la transferencia de modelos de pensamiento, de esquemas económicos y de ciencia y tecnología a partir de países de mayor desarrollo relativo, sin pasar por el filtro crítico de nuestro propio pensamiento, es condenarnos al subdesarrollo.

Una Universidad de primer mundo no es un enseñadero, como pretenden algunos diputados y otros políticos, debidamente acuerpados por un sector de la prensa. El concepto de Universidad como “casa de enseñanza” está ampliamente superado. Obviamente, la enseñanza es de primordial importancia, pero esta va más allá de la transmisión de conocimientos; debe promover el pensamiento crítico y formar verdaderos profesionales, no autómatas. Además de la enseñanza, una Universidad de verdad dedica una importante cantidad de recursos a la investigación, la acción social, la creación artística y la promoción del pensamiento crítico. Lo anterior requiere una constante interacción con la sociedad y con las corrientes mundiales de pensamiento.

La UCR ha hecho su tarea. Las cifras lo demuestran. La matrícula hoy asciende a 43.000 estudiantes de todos los rincones del país, provenientes de todos los estratos sociales, comparados con los 34.000 de hace diez años. Este incremento se ha dado principalmente en sedes regionales; mientras que la matrícula en la Sede Rodrigo Facio (San Pedro) aumentó 16%, en sedes regionales aumentó en mayor proporción: 31% en la Sede de Occidente (San Ramón), 42% en la Sede del Atlántico (Turrialba), 62% en la Sede de Guanacaste (Liberia), 77% en la sede del Pacífico (Puntarenas) y 155% en la Sede del Caribe (Limón). La oferta académica se ha diversificado; en este momento, se ofrecen 373 opciones académicas más 258 a nivel de posgrado. El esfuerzo académico también se refleja en más de 1800 proyectos de investigación, 700 proyectos de trabajo en comunidades, 365 proyectos de actualización y capacitación y 60 proyectos artísticos y culturales. Se cuenta, además, con 357 convenios internacionales, que incluyen intercambio académico y estudiantil.

Todo este incremento en actividad debe tener un soporte de infraestructura y equipo: más y mejores espacios para clases y conferencias (incluyendo auditorios, aulas y laboratorios para la enseñanza), mejor infraestructura y equipo para la investigación, y mejores bibliotecas con Internet de banda ancha. Criticar a la UCR por aspirar a tener instalaciones de primer mundo es pensar en chiquitico. Esto es necesario explicarlo porque hay sectores con acceso privilegiado a la prensa que confunden inversión con despilfarro y proyectan a la sociedad una imagen distorsionada. Omiten decir, quisiera pensar que por desconocimiento, que esta inversión responde a un plan de desarrollo gestado hace 15 años, financiado a partir un fideicomiso con el Banco de Costa Rica y de un préstamo con el Banco Mundial, cuando la situación del país no era tan apremiante como ahora, y esos compromisos se han venido ejecutando y no pueden dejar de ejecutarse.

Sin embargo, considerando la difícil situación que vive el país, la UCR también ha hecho su tarea para la reducción de sus gastos. La administración tomó medidas de contención, incluyendo la reducción de las anualidades, restricción en el otorgamiento de la dedicación exclusiva y otras restricciones en el ámbito de las remuneraciones, disminuciones en las capacitaciones en el exterior y otras economías que permitirán un ahorro de unos ₡15.000 millones en los próximos dos años.

La crítica a la ejecución presupuestaria de la UCR que hemos visto en los últimos días responde, en el caso de algunos sectores que piensan en chiquitico, a su propia y limitada percepción de qué es esencial y qué es superfluo en el quehacer de una verdadera Universidad. Pero, en otros casos, y esto es lo más peligroso, responde a una visión de desarrollo según la cual la sociedad necesita técnicos capaces de replicar la tecnología desarrollada en otros lugares, más que profesionales críticos capaces de transformar la realidad y promover un verdadero desarrollo sostenible, donde nadie quede atrás.

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