Opinión

¿Cómo pegar primero al populismo de derecha?

Antes que sumar menciones al político añejo que encuentra inspiración en el delirio fascistoide del Norte, conviene llenar vacíos educativos en civismo y derechos humanos.

En la sociedad del entretenimiento del siglo XXI, toda discusión política y hasta los parámetros de responsabilidad ética se someten al juego inescrupuloso de la publicidad y el marketing.

El presidente electo de Estados Unidos arrancó la campaña ganando desde la primera pregunta del primer debate en que participó. Situado al centro de la interminable fila de aspirantes del Partido Republicano, fue el único que levantó la mano cuando el moderador de la cadena Fox preguntó “¿quién en este escenario no está dispuesto a comprometerse a apoyar al eventual candidato presidencial del Partido Republicano?”.

Ese gesto le valió algunos abucheos inmediatos in situ, pero le sirvió para diferenciarse y construir la falsa imagen de rebelde ajeno a la arena política, de ser el mae que dice las varas como son.

Entonces, sin ningún reparo abrazó un discurso en el cual el respeto a los derechos humanos fue borrado en favor de una posición retrógrada de desprecio y ataque a todo aquél que no forme parte de la mayoría blanca, heterosexual y cristiana estadounidense.

ESPECIES LOCALES


Bien sabido es que en el hábitat de la politiquería costarricense, se mueven no pocas especies que son más papistas que el papa cuando se trata de Estados Unidos y sobre todo de la derecha gringa. Eso implica que por supuesto es de esperar que levante la mano algún político añejo, que busque aplicar la misma estrategia de marketing populista neofascista que funcionó en Estados Unidos.

Atacar cobardemente a madres que buscan el mejor lugar para dar a luz es un arma para nada original del libro de texto del autoritarismo populista de la derecha del siglo XXI. Teniendo eso claro, debe reflexionarse que lanzar ese discurso es una estrategia de marketing político, es tirar anzuelo y carnada para tantear el tamaño de la presa engañada.

La ciudadanía activa en Internet, preocupada por el respeto a los derechos humanos y opuesta a esta tóxica derecha del siglo XXI, y especialmente quienes ejercemos el oficio del periodismo, hemos de ser en extremo cuidadosos de no dar alas a este tipo de personajes por la vía de servir a su juego de hacer ruido en medios de comunicación y redes sociales.

Entonces, ¿cómo se le combate? Los populismos autocráticos han tenido el común denominador de encontrar terreno fértil en crisis económicas y, sobre todo, en la ignorancia y lagunas educativas de los sectores más castigados por esas contradicciones.

Desde esa perspectiva, antes que sumar menciones a un político añejo que ahora encuentra inspiración en el delirio fascistoide del Norte, conviene llenar esos vacíos educativos en civismo y derechos humanos.

Por ejemplo, debe hacerse un esfuerzo en divulgar los casos de acoso, insulto y violencia agravados en Estados Unidos tras el resultado electoral contra las minorías étnicas, sexualmente diversas o religiosas. Para ello existen recursos como el observatorio del odio del Centro Legal Sureño de Pobreza (SPLC), que realiza un monitoreo constante.

Otra herramienta, útil sobre todo para organizaciones ocupadas con el tema de la educación popular, es el manual editado por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos.

Sobre todo, quizás lo más importante es buscar el rostro humano local, vulnerable ante la discriminación y el acoso. Por ejemplo, la agresión simbólica que sufrió la musulmana Alaa Basatneh en un hospital de Miami ha recibido amplia cobertura incluso en cadenas de televisión, y sirve para sensibilizar a la población sobre las verdaderas implicaciones del discurso de odio anunciado por el mae libertario que dice que dice las varas como son, que anuncia una campaña “rompedora”.

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