Opinión

Pedagogías solidarias: la necesidad del sentir en las aulas universitarias

Al inicio del primer ciclo de 2021 en la Universidad de Costa Rica (UCR) se me ofreció impartir un curso sobre los retos de la educación en Costa Rica. No estaba en mi plan regresar a una institución donde sentí las condiciones desfavorables, inestables e indignantes del interinazgo, donde los nombramientos son más inciertos y las relaciones de poder más agresivas. La esperanza de una estabilidad laboral con algún cargo en propiedad es más un cuento de hadas que una realidad asequible para la mayoría.

Acepté la propuesta realizada, principalmente por una necesidad económica a consecuencia de la realidad pandémica. La motivación no era la misma de la primera vez que fui nombrado, y con resistencias diseñé el programa del curso. Mi principal preocupación fue ¿cómo brindar a estudiantes de segundo año que iniciaron su proceso universitario dentro del contexto de la pandemia una escucha presente que acorte las distancias de lo virtual?

Las recomendaciones de un colega fueron la luz para pensar el semestre entre estudiantes, contenidos, cuerpos y emociones. El algoritmo en mis redes sociales me hacía pensar que después de un año de virtualidad el lugar de los afectos, la flexibilidad y la escucha habían sido adoptados. Ajusté el programa bajo estas ideas y disminuí las lecturas, la cantidad de clases sincrónicas y enfoqué las asignaciones hacia el objetivo principal del curso. Consideré que era la práctica común en el cuerpo docente de la institución, sin embargo, parece que no es así.

Inició el semestre, el encuentro con las expectativas y deseos de aprender del estudiantado empezaron a iluminar mi sentido de la práctica docente. Estos encuentros permiten suspender por un momento las condiciones materiales del (no) contrato con la universidad. El encuadre del curso fue mencionar el contexto de incertidumbre en el que estamos, donde nuestras vidas y las de personas cercanas se encuentran vulnerables por la presencia de un virus del que aún poco sabemos, en condiciones políticas y económicas poco esperanzadoras. La posibilidad ante esto fue ofrecer una relación a lo largo del ciclo lectivo de disponibilidad, interés y escucha, en la cual pudieran comentar sobre preocupaciones, necesidades y propuestas. Nada extraordinario que tomara un tiempo de respuesta.

El ciclo lectivo pronto termina, y no han sido pocos los mensajes de preocupación y angustia de estudiantes que no pueden realizar una entrega porque un familiar entró al hospital, por una sobrecarga de tareas, porque estudian y trabajan al mismo tiempo, por falta de flexibilidad en la entrega de asignaciones, o porque simplemente están saturados. Además, un sin sentido de lo que están haciendo porque consideran que “así no se puede aprender”.

Los suicidios, la depresión y la angustia hoy son una realidad manifiesta en nuestra alma máter. Ante esto me pregunto: ¿qué lugar damos los y las docentes al sentir en nuestros cursos?

En la última clase sincrónica los y las estudiantes entregaron el ensayo artístico en el cual reflexionaron sobre pedagogías en educación. Presentaron diversas manifestaciones creativas, donde expresaron que cuando solicitan un cambio en la evaluación no es por vagancia, sino porque tienen muchas tareas. Colorearon espacios educativos seguros, donde sus emociones también sean validadas. Moldearon el deseo de no tener que “vomitar contenidos” sino construir sentidos. Afirmaron su lugar como personas únicas, con diversos deseos y que quieren sentirse respetadas.

Las reflexiones alrededor de estas entregas iluminaron aún más mi práctica docente. Hoy estoy feliz de haber aceptado la propuesta y tener la posibilidad de posicionar una reflexión sobre las apuestas pedagógicas que estamos promoviendo dentro de la universidad. Necesitamos habilitar pedagogías solidarias donde construyamos conocimiento y, al mismo tiempo, con igual rigurosidad, humanizar los vínculos y reconocernos como seres sintientes, vulnerables, y en la profunda necesidad de acompañarnos y sostenernos en colectivo.

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