Opinión

Panóptico sobre el laberinto político en Costa Rica

Actualmente, las redes sociales siguen jugando un papel muy importante en la coyuntura política que enfrenta el país. Se observa, desde nuestro panóptico, tal cual se comprueba en la investigación Análisis pragmático de los actos de habla irónicos y humorísticos en comentarios publicados en las páginas de Facebook de cuatro noticieros costarricenses, de Yordan Arroyo y Mariana Cortés (2021), a una sociedad neoliberal llena de tensiones. Y lo peor es que estas disgregaciones apuntan hacia los extremos. Previo a la segunda ronda de elecciones, las vestimentas de muchos costarricenses se comienzan a caer y sus máscaras también. Una detrás de otra.

Facebook se convirtió en una metáfora cultural. Nos remite al nuevo coliseo, pero ya no en Roma, sino en Costa Rica. En este nuevo sitio, muchos espectadores pueden ver, a diario, dos panoramas diferentes. Por un lado, peleas de gladiadores y caza de animales. En ellas, el público, sin razonamiento alguno, grita, de manera desenfrenada, disfrutando de la sangre que cae al suelo. Inclusive, la actividad se disfruta más hoy, porque las fieras de caza salen de los mismos asistentes que abren sus bocas para relinchar con gran fuerza. Por otro lado, obras de teatro. En este caso, algunos actores realizan su trabajo muy bien. Ellos apuestan por la criticidad de lo que sucede en su pueblo, mientras otros no logran, ni siquiera, aprenderse sus diálogos, pero, por temas burocráticos siguen ahí, no son echados.

Sin duda, podemos comprobar que, durante el segundo espectáculo, contrario al primero, el público tiene la posibilidad generar pensamiento crítico y para el bien de su cultura, extraer sus propias conclusiones. Sin embargo, a pesar de que esto sea así, lamentablemente, como asistentes, hemos visto que las salas, respecto al segundo caso, suelen estar vacías. Los asientos, únicamente, se llenan cuando anuncian batallas de gladiadores, cuya única manera de pensar es por medio de insultos y golpes. Todo indica, de manera irónica e incongruente que, a gran parte de la sociedad del “pura vida” y del “vivan siempre el trabajo y la paz”, la violencia les provoca mucho placer y, por eso, tienen dinero y tiempo para ver espectáculos en donde la sangre es la principal invitada, pero no para comprar y leer libros.

Incluso, este nuevo coliseo se ha ido deformando cada vez más hasta adquirir forma de laberinto. Pero más que reproducir una estética de lo bello, propio de ese monumento que seguimos mirando con gran asombro en Roma, sus paredes reproducen la estética de lo monstruoso. Ellas albergan fanatismos (de toda índole). Algunos de los materiales que han utilizado los arquitectos neoliberales para su construcción son: violencia, acriticidad, arrogancia, victimización, irrespeto, déficit de comprensión lectora, hipersensibilidad, adultocentrismo, misoginia, ignorancia y clasismo.

En fin, en pleno siglo XXI, tantísimos siglos después, el minotauro y Teseo siguen enfrentándose. Ahora, el motivo de este conflicto entre lo humano y lo monstruoso, se debe a la incertidumbre que provoca la duda sobre quién gobernará los restos que quedan del palacio de Cnoso en Costa Rica, porque mientras algunos espectadores —sabiendo que ninguno de los dos aspirantes son dignos de nuestro voto— siguen intentando lanzar el ovillo para que Teseo regrese sano y salvo, manteniendo su mente intacta; otros, segregados entre chavistas (denoto un bando más fuerte de este lado) y figueristas, siguen cortando el hilo, asegurando, con regocijo, que la cara del mesías estará impresa en las papeletas de las próximas elecciones.

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