Opinión

El Olimpo sin voz: a propósito de las zonas verdes en la UCR

La política se supone de ejercicio práctico, efectivo. Como agentes del movimiento estudiantil, antes de enfocarnos en el horizonte

La política se supone de ejercicio práctico, efectivo. Como agentes del movimiento estudiantil, antes de enfocarnos en el horizonte, debemos tener la vista puesta sobre nuestro propio terreno. El ejercicio de la política estudiantil ha de ser gradual, no puede darse con practicidad sin una solución de los problemas estudiantiles concretos, factibles. Lo anterior puede ser visto con respecto al proceso de construcción en las zonas verdes del campus. ¿Qué hay a propósito de la pérdida de estos sectores?

Lo que conocemos como «movimiento estudiantil», si quiere ser tan revolucionario como se considera a sí mismo, debe optar por una revolución de compromiso con su entorno, de arriesgarse por sus estudiantes y por las zonas verdes que le permiten recrearse y liberarse de la rutina. El cambio resulta en pos del verde, de proteger sitios ambientales no solo por su valor para nosotros, sino por su significación propia. Sin entrar en discursos de izquierda, la revolución de una política estudiantil es una revolución de compromiso.

Sabemos que existen instancias superiores, burocracia universitaria e intereses políticos de por medio; no obstante, lo que se encuentra en juego nos compete. Tenemos que saber que la defensa de nuestros espacios verdes nadie la hará por nosotros. Ejemplo de ello es lo que acontece en nuestra Facultad de Letras. Actualmente nos encontramos en disputa por el sector verde llamado «el Olimpo», conformado por diversos árboles, punto de reunión de los estudiantes del campus en general y que cuenta con un terreno de 650 metros cuadrados. Nos encontramos disputando el intento de construcción de un edificio administrativo para la Escuela de Lenguas Modernas en esta zona, no por el edificio mismo, aclaramos, sino por la utilización del espacio.

Denunciamos el proceso de la toma de decisiones, pues no se puede considerar políticamente justa una decisión tomada sin diálogo con los miembros administrativos y representantes estudiantiles de las otras Escuelas que conforman la Facultad. Desde junio del año pasado hemos estado pendientes del proceso e incidiendo en ello, dando información y buscando acuerdos que favorezcan a ambas partes. Puesto que el proceso de crecimiento es necesario y de compromiso, creemos que la defensa del Olimpo no implica un desinterés por las necesidades del otro, motivo por el cual buscamos soluciones a la propuesta de construcción.

El problema de nuestra prestigiosa UCR parece ser el olvido de lo ambiental en función de la construcción desmedida y una cuestionable idea de progreso. El problema de la Universidad sería no entender que “ambiente” y “política” se trabajan en conjunto y con diálogo. Debemos ser claros en que progresar no es destruir, que una universidad como la nuestra, con el rango que tiene a nivel mundial, si bien no puede limitarse en infraestructura, tampoco puede erigirse a sí misma sobre los pocos espacios verdes que le quedan. Avanzar no siempre implica un olvido, progresar no siempre supone una construcción sobre lo que ya nos constituye. Las zonas verdes no son moneda de cambio y los 22 proyectos de edificaciones en el campus de la Ciudad Universitaria Rodrigo Facio no parecen solventar el problema de la pérdida.

Sepamos que la disputa continúa al momento en que se finaliza el presente escrito, que mientras cierro estos últimos párrafos, se decide sobre zonas verdes sin el consentimiento de aquellos que hacen uso de dichos sectores. Sepamos que las 4000 firmas que posee nuestra petitoria para la defensa del Olimpo no parecen tener voz; que 4000 personas que piden la permanencia de una zona verde como tal, no parecen suficientes para modificar proyectos. Pero sepamos, también, que permanecemos en pie, que agotamos hasta los últimos medios para proteger aquello poco que tenemos a nuestro alcance. Porque un movimiento estudiantil que no se posiciona por los problemas que sufren sus espacios verdes es un movimiento inmóvil, absurdo, muerto y sin razón de ser…

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