En todo el mundo, en todas las culturas y en todas las edades, la salud siempre es lo más importante, pues incide en nuestra felicidad y desarrollo humano. De allí la importancia de compartir los esfuerzos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Así, para lograr la agenda 2030 debemos adaptarnos a los cambios que vienen con el tiempo, el desarrollo y la tecnología. En la sociedad, al igual que en la naturaleza, la supervivencia depende de la capacidad de adaptación. En mi criterio, uno de los principales elementos a desarrollar para alcanzar los ODS en Costa Rica es un ambiente saludable, libre de contaminación, que incluya actividad física y, yo agregaría, seguridad vial, por el impacto que esta tiene en nuestro bienestar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que cada año mueren 12,6 millones de personas por causa de la insalubridad de su entorno, por vivir o trabajar en ambientes poco saludables. Esa cifra es casi una cuarta parte del total de muertes en el mundo, y se estima que la cifra aumentará debido al cambio climático y al aumento de la población. La contaminación del aire, el agua y el suelo y la exposición a los productos químicos son las principales causas de las muertes por un ambiente contaminado (OMS, 2016).
Por otra parte, según la OMS, en el mundo 3.500 personas fallecen en las carreteras diariamente; los niños, ancianos y ciclistas son los más afectados. Por eso, necesitamos un ambiente seguro para los peatones y todos los que usamos las calles; nuestras ciudades deben ser más amigables con las alternativas de transporte y ofrecer espacios para peatones y ciclistas, ya que es más saludable para las personas la actividad física constante que ofrece el caminar y el transportarse en bicicleta.
Sin embargo, actualmente, en las ciudades de Costa Rica es muy peligroso hacerlo. Esto porque no hay espacios seguros y alternativos, y todo el tránsito está diseñado alrededor de los automóviles, con los que ya casi no avanzamos debido a las presas. Entonces, podemos aprender de ciudades en Holanda y en Alemania que han logrado exitosamente integrar el transporte alternativo y disminuir las presas. Además, han incentivado la actividad física, estimulado la economía local y creado un ambiente sano para los habitantes, con menos contaminación y con más seguridad.
Ahora somos cinco millones de personas en Costa Rica y ya no se puede transitar fluidamente en las calles. Solo basta imaginarlas cuando seamos diez millones. La población no va a disminuir, todo lo contrario.
En este tema nos falta mucho por hacer. La realidad es que el modelo de desarrollo que se ha implementado en Costa Rica no es sostenible y está afectando la salud de las personas y del ambiente. Los ríos sucios que salen de la GAM van a dar a las playas que tanto nos gusta visitar; llevan en sus corrientes toda la suciedad de las ciudades y los desechos que se tiran como si fueran a desaparecer de forma mágica.
En nuestro país ya tenemos un ejemplo de cómo vivir más sanos y felices, como en las zonas azules de Nicoya, donde una combinación de dieta y hábitos saludables permite a la población vivir por más tiempo que en el resto del mundo. En otra zona del país, mi abuelo es un buen ejemplo de cómo vivir más años. A sus 74 él camina diariamente, se mantiene activo en trabajos agrícolas y come los productos que él mismo produce en su finca; la miel de abeja y las frutas han colaborado a su salud y a la nuestra.
Entonces, es evidente dónde está el problema. Para alcanzar un ambiente sano y garantizar la salud y bienestar tenemos que mejorar nuestra conciencia colectiva en torno al impacto que generan nuestras actividades, y cambiar el diseño de las ciudades para que sean más limpias, seguras y saludables. Emprender y fortalecer tareas en esta línea es avanzar en el cumplimiento de los ODS.