Opinión

Nuestra mejor aliada: ¡la calle!

Nos enfrentamos a una de las elecciones más inciertas, grises y desalentadoras de los últimos 40 años en Costa Rica.

Nos enfrentamos a una de las elecciones más inciertas, grises y desalentadoras de los últimos 40 años en Costa Rica. Algo así como una larga noche nublada que no permite observar el camino por donde vamos, por lo que damos pasos inseguros y nos arriesgamos de que en cualquier momento podamos sufrir una gran caída.

Por un lado, afrontamos una opción que, bajo un discurso conservador, atenta directamente contra los derechos humanos de todas las personas; que atenta contra la producción y la reproducción de la vida en la sociedad costarricense, y que sabe cómo aliarse de manera casi perfecta con la derecha de este país. En fin, con una opción que nos asegura el retroceso ridículo a la prehistoria y que nos deja inquietos por su falta de claridad en las propuestas para atacar otras problemáticas que deben ser atendidas con urgencia, como el déficit fiscal, infraestructura educativa, protección ambiental, la inseguridad y la criminalidad, entre otras.

Por otro lado, tenemos a la mano derecha de la derecha en las últimas dos contiendas electorales, una opción que, debido a la coyuntura del ascenso del fundamentalismo religioso en las últimas semanas previas a las elecciones, surge como una “alternativa” que crece también en las últimas semanas para contrarrestar la fuerza que había tomado el partido religioso. Bajo la bandera del progresismo, esta opción se presenta, de cara a las elecciones del 1° de abril, como la opción que protegerá los derechos humanos de todas las personas y que propone seguir con el “cambio” que, para este partido, ha traído la elección de Luis Guillermo Solís en las elecciones del 2014.

Esta opción, si bien presenta una agenda progresista (si es que cabe aquí el adjetivo) en cuanto a los derechos humanos en comparación con su contrincante, deja dudas de si esto realmente será así; si diputados, como Welmer Ramos (Diputado del PAC electo por Heredia), no se encargarán de bloquear el avance de algunos proyectos de ley que pretendan la implementación de algunos derechos humanos que, desde el marco jurídico costarricense, se les han negado a ciertos grupos sociales. Además, surge la incertidumbre a partir de las posiciones tan preocupantes en temas como el aborto y algunas posiciones de diputaciones actuales del PAC en contra de las guías de sexualidad y afectividad. Continúa la insatisfacción de saber que pueden ser cuatro años más de seguir haciendo política tradicional; es decir, continuar con la política que se viene practicando desde hace más de 40 años, la cual nos ha dejado un país más desigual, más empobrecido, más descontento y más inseguro.

Ante tal escenario, la calle será nuestra mejor aliada en los próximos cuatro años más allá de quién resulte ganador. La calle verá manifestarse a personas que defienden lo que creen, personas que están viendo atentados sus derechos y que creen que otro país es posible. Este no es un llamado a votar por uno o por otro o a votar nulo, es un llamado a defender, más allá de una equis cada cuatro años, la construcción de un país donde cabemos todos; un país que no discrimine y acepte la diversidad de la gente, y un país donde las condiciones de vida de las personas sean dignas, la naturaleza sea respetada y nuestra voz sea escuchada.

“La lucha continúa, la lucha por la justicia social continúa, la lucha contra la corrupción y contra los corruptos continúa, la lucha por la construcción de una Costa Rica inclusiva, de una Costa Rica más prospera, más democrática, de una Costa Rica más soberana no tiene fin para nosotros, para los que tenemos un corazón donde palpita la justicia social y el compromiso con esta patria permanentemente, más allá de cualquier tipo de coyuntura” José Merino del Río.

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