Opinión

Nuestra casa está enferma y amenazada

Mi casa, sin paredes, es tu casa, nuestra casa, es una casa viva, que está enferma. Ese es el diagnóstico, es preciso elaborar la prognosis,

Mi casa, sin paredes, es tu casa, nuestra casa, es una casa viva, que está enferma. Ese es el diagnóstico, es preciso elaborar la prognosis, se requiere aplicar el tratamiento ya, sin demora. Mañana puede ser muy tarde.  Está en nuestras manos sanarla. Si no actuamos ahora, podría morir, y nos quedaremos todas y todas sin casa, condenados a la extinción. Y solo juntos, en la lucha, el 99 % de la población mundial, la podremos curar con afecto y medicina natural.

Hay que pedirle consejo a las brujas brillantes perseguidas en la Edad Media, a chamanes y hechiceros  que nos anteceden, que vivían en armonía con el Planeta, siendo tan solo una gran Comuna. No al supuesto Rey de la creación, que nos impuso la ideología de los explotadores y patriarcas esclavistas, violadores y conquistadores, que derrocaron la sociedad primigenia, comunista y matrilineal. Renovemos nuestro compromiso con la que los quechuas llaman la Pachamama: La Madre Tierra, y vivamos siempre de la mano de lo que los griegos antiguos llamaban Eros.

En esta casa habitan muchas especies de flora y fauna. La humana es tan solo una especie más. La medicina natural la pueden otorgar los pueblos nómadas, llamados despectivamente salvajes, algunos de ellos que ni siquiera conocemos: los últimos sobrevivientes a la guadaña en la última frontera del pulmón del Planeta: la Amazonia. Las mujeres, bárbaros, cazadores y recolectores, nos señalan el camino, nos pueden enseñar cómo reconstruir un Mundo Nuevo, si nos despojamos de la arrogancia de machos conquistadores que han ultrajado a la Madre Naturaleza.

Es nuestra casa amorosa y agitada, violenta y tierna. Es el lugar donde florecen y retoñan enorme variedad de plantas y árboles, que convierten nuestro dióxido de carbono en oxígeno. Es casa de peces, pájaros, tiburones, estrellas de mar, plancton, insectos, artrópodos, crustáceos, pulpos, anguilas, erizos, moluscos, murciélagos, paquidermos, anfibios, reptiles, batracios, hongos, microbios, arbustos, enredaderas, árboles, hongos, virus, bacterias, delfines,  ballenas, marsupiales, felinos, ungulados, equinos, ornitorrincos, rayas, medusas, antílopes, cabras, hienas, y  todos los demás animales, incluidos la especie  humana, cuyo 1 % de congéneres capitalistas la devoran, la saquean, la subyugan, la encadenan, la exprimen y todo lo convierten en la fría, cruel y ególatra tasa de ganancia, oprimiendo a trabajadores, campesinos, mujeres, lesbianas, gays, inmigrantes, pueblos originarios, habitantes de las colonias y semicolonias de los imperios.
Esa casa y su exuberante biodiversidad, está amenazada severamente, pues su ecosistema planetario está desbalanceado, como una columna vertebral destramada y adolorida, su metabolismo sufre mucho, su piel se resquebraja, sus órganos se agotan, su savia y su sangre languidecen, atacada por toxinas y parásitos, cada vez respira con mayor dificultad, tose y se llena de llagas e infecciones purulentas, su sistema inmunológico agoniza, pierde su capa de ozono, pierde sus selvas y pierde sus glaciares. La Madre Tierra es asesinada lentamente por el afán de lucro. Es la tercera roca a partir del Sol ( acompañada en las noches por la Luna).
Si eso es así, con las multitudes hermanadas y armadas de fusil y poesía, podemos hacerlo, podemos recuperar y curar nuestra casa. El tiempo es ahora. Somos el 99 %. Mañana puede ser tarde.

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