Opinión

Noticias falsas y monopolio de la desinformación

Desde Casa Presidencial, se rasgan vestiduras por las noticias falsas ("fake news" diría Trump), y anuncian severamente que procederán a monitorear redes sociales

Desde Casa Presidencial, se rasgan vestiduras por las noticias falsas (“fake news” diría Trump), y anuncian severamente que procederán a monitorear redes sociales, mientras gastan a granel en publicidad. Pero ellos mismos y sus predecesores, coludidos con los grandes medios de comunicación, son los principales desinformadores, como lo demostraron las mentiras sobre el hueco fiscal, las promesas de campaña de los sucesivos gobiernos del PAC  de reducir al pobreza y el desempleo, cuando los datos indican todo lo contrario, o bien, la agresiva campaña de los grandes medios de comunicación para desmantelar el ICE, así como ya desmantelan Japdeva y se revelan las carencias recurrentes en la operación del megapuerto concedido en condiciones leoninas a la transnacional APM Terminals. Las noticias falsas provenientes del gobierno de Carlos Alvarado no son menores, otros ejemplos: que tendríamos tren eléctrico en el 2013, que el Combo Fiscal no afectaría a los sectores populares, o que no ocurrirían aumentos  en la gasolina y el diesel, como está ocurriendo.

Pero, si hacemos un recuento, abundan mentiras falsas de los sucesivos gobiernos neoliberales que nos desgobiernan. Hay ejemplos monumentales. Por ejemplo, la demagogia en campaña del Sí al TLC en la que Óscar Arias engañó a humildes trabajadores y trabajadores de fábrica,  prometiéndoles que de aprobarse semejante adefesio, no vendrían más en bicicleta a sus trabajos sino en motos BMW o carros Mercedes Benz. O bien, el memorándum del miedo aplicado en  la campaña del Sí al TLC de Kevin Casa y el sobrino de Oscar Arias: Fernando Sánchez.

Por otra parte, es una verdad de a puño que los grandes medios de comunicación hacen con mucha frecuencia tremendos publireportajes, como sucedió con el fraude mediático que constituyó la entrevista pedida a la carta al supuesto “experto” de la CNN, misma que se repitió en todos los medios televisivos una y otra vez, antes de los programas con mayor rating, lanzando sapos y culebras, si no se apoyaba el Sí al TLC, para inclinar la balanza en el referéndum del 7 de octubre del 2007, violentando la tregua electoral, ante la complacencia descarada del TSE.

¿Acaso los grandes medios de comunicación y supuestos periodistas imparciales como Ignacio Santos o Amelia Rueda no hacen las apreciaciones subjetivas que les da la gana, presentadas como verdades incuestionables?

Y hay mentiras históricas de la gran burguesía: como que este país es la “suiza centroamericana” (tal vez desde los lujosos condominios de Guachipelín se vea así, pero no en los barrios populares).  O que no hay ejército, cosa que no es cierto cuando hacen operativos para desmantelar precarios contra los más pobres de los pobres, o decomisan la mercadería de los comerciantes informales en las calles, dejándolos en total desamparo y  cuando  los antimotines reprimen con dureza la protesta popular. Tal vez la más gran mentira es la de que los gobiernos serían gobiernos progresistas, gobiernos del cambio, a menos que se entienda por tal “cambio” como lo que ha sido en realidad: una arremetida neoliberal brutal contra los derechos del pueblo.

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