De niños todos tenemos sueños, conozco varios que han hecho su sueño realidad y otros que han trascendido fronteras y han puesto en alto el nombre de un pequeño país pero grande en su gente, en valores y creencias, que enaltecen esta ¡Noble patria de hermosa bandera!
Los que conozco. Conozco la historia de una niña que al llegar de la escuela, se sentaba a comer viendo cirugías y programas de medicina, simplemente le encantaba. En su cabeza resonaba una idea voy a ser doctora, nació con el don de tener unas manos extraordinarias y un espíritu indómito e insistente. Hoy en día es una odontóloga que tiene más de 14 años de tener su consulta privada, es madre de tres hijos y sus pacientes la buscan, la esperan, por la calidad humana con que atiende a sus pacientes, muchos con el terrible mal de visitar al dentista, han sido “curados” de dicho temor y ahora son felices en sus visitas a la “doctora muelitas”.
Conozco la historia de un niño de la ciudad de las bolas, de la zona sur del país. Estudió en una escuela rural, al terminar la escuela, no había colegio; con escasos 12 años, hizo tres años de colegio con adultos mediante el programa el maestro en casa. Gracias a la fortuna de ser el menor, cuando llegó el momento de seguir estudiando, tenía un hermano que vivía donde podía terminar el colegio. La segunda vez que vino a la capital fue a hacer el examen de admisión a la UCR porque era menor de edad. La tercera vez, fue venirse de su casa a estudiar administración pública porque su sueño era trabajar en una institución del Estado que estudiaba un proyecto de generación eléctrica cerca de su casa. Le tocó estudiar y trabajar los fines de semana para hacer su sueño realidad, ser profesional. Nunca entendió cómo en la capital había tanto muchacho que teniendo el colegio a la par, le daba pereza estudiar. Gracias a esos que no vieron las oportunidades, hoy trabaja donde soñó.
Conozco un niño que con seis años y con una vida de clase media baja, le dijo a su mamá mientras ella lavaba trastos, que un día iba a irse a estudiar al extranjero y que iba a volver para aportar a la causa de la familia y poder vivir mejor. Con el tiempo olvidó su promesa, pero curiosamente cuando la “fortuna” le dio la oportunidad de estudiar su maestría en el Norte, al momento de subir a recoger su título, por un momento vio al niño a los pies de su madre y tuvo que contener las lágrimas para subir a recoger su título y decirle a ese niño, lo hemos logrado, promesa cumplida.
Los que no conozco. No conozco personalmente a dos niños que tuvieron sueños “imposibles” uno del sur y otro del oeste de la capital. Soñaron con acariciar el cielo, en llegar donde quizá ningún tico ha llegado. Fueron perseverantes, tuvieron “padrinos” pero se habían preparado para cuando la oportunidad llegara. Solo ellos saben los sacrificios, la negación a una vida “normal” por la disciplina de entrenar, de dormir bien, de levantarse temprano para llegar a su entrenamiento. Hoy uno jugó la final de liga de campeones de Europa como jugador del club más mediático del mundo y el otro en su caballito, estuvo a 26 segundos de ponerse la “maglia rosa” en una de las competencias más prestigiosas del ciclismo mundial. Decir sus nombres es pecar de iluso, son un orgullo de Costa Rica y reconocidos en el ámbito mundial. En Madrid hasta los que no creen en Dios hablan de un santo y el otro ha generado “peleas” en los capos de su equipo por ser el “peón” de lujo.
Habrá miles de historias que son similares, que sin importar los contratiempos de la vida, esos niños lograron salir adelante y cumplir sus sueños, porque se prepararon para las oportunidades que la vida les brindó. La perseverancia, el deseo de alcanzar su sueño fueron el rumbo que su vida marco; dejando familia atrás, un papá con lágrimas en los ojos porque su niña deja el nido, amigos, fiestas, hasta posiblemente corazones rotos por dejar el pueblito y venirse a la capital.
Otros muchos, quizá no soñaron, no quisieron soñar, no tuvieron oportunidades, ¿o será simplemente que cuando llegaron no estaban listos? No pretendo generalizar, pero sí sonreír de conocer tantas historias de niños que hicieron sus sueños realidad y hoy devuelven a este país, la oportunidad de que la educación fuera gratuita y de calidad. Atrás de ellos grandes educadores, que los impulsaron a dar todo su potencial y pusieron como límite el cielo y aún hoy de grandes siguen soñando, siguen volando alto.