De Narciso y Codicia nació el neo-arismo. En lo más bajo de la política, se gestó el neo-arismo, dos enemigos por la vanidad del poder hechos amigos. El caduco Narciso que busca ocultarse entre las sombras de un pretendiente que se niega a morir sin la presidencia, para socavar aún más la clase baja y entregar el país al sórdido capital, a la plutocracia.
El líder de papel busca ocultar su apellido tras las ansias de figurar de aquel que renegó y abandonó su partido.
El arismo clásico no soporta el peso histórico del fallecido Pepe Figueres, a su sombra yace putrefacto, tratando de alcanzar, con todo y premio incluido, el peso histórico del caudillo que se ha ido. El neo-arismo es un intento de borrar todo lo que el caudillo ha erigido: derechos, instituciones, etc., porque su narcisismo le ha seducido, diciéndole al oído que si deshace todo aquello, la historia solo a él lo dará por reconocido.
El neo-arismo quiere una nueva constitución donde no haya más derecho a la protesta de los de abajo, sino solo el poder del corrupto, caduco y fascista empresariado (basta con ver las posiciones de algunas cámaras de comercio en este país). El neo-arismo quiere el agua para ofrecérsela a la compañía europea que mataría por ella, convirtiéndola en mercancía que dé plusvalía a la burguesía que cada vez está más quebrada.
Como una mala función en el Raventós, el neo-arismo muestra un títere, alguna vez diputado, que diga lo bueno que, el del Nobel regalado, ha sido por años, o sea, “todo lo que nos ha dado”: una carretera de tercer mundo al precio del mundo capitalista desarrollado, una Caja Costarricense del Seguro Social a punto del colapso para beneficiar sus empresas que juegan con la salud de todo el poblado, una sociedad donde el rico cada vez tiene más y la masa es explotada cada vez más, un golpe institucional de Estado, la situación infinita de una empresa que quería oro más que a un loro verde en San Carlos, la contratación de policías por favores políticos dados, aunque ahora haya que cuidarse más de la policía que de los ampones por todo lado, y una platina que fue piñata para repartir dinero del Estado.
El neo-arismo no quiere Código de trabajo, ni salario mínimo, ni deberes tributarios. El neo-arismo quiere el imperio de la ley (rule of law), pero solo a las masas pobres aplicado, mientras el empresariado es en dinero estatal bañado con subvenciones o “chorizo” legalmente legitimado. ¡Empresariado corrupto con privilegios que no pueden ser generalizados! ¿Dónde está entonces el imperio de la ley tan cacareado? Al igual que el arismo, el neo-arismo es un síntoma de decadencia política, que no merece ser votado.
Expresión de alguien que más que dinero necesita hoy ver su apellido en letras de oro y decorado, eso es también el neo-arismo que del arismo lo ha heredado. Al igual que el arismo que se finge culto y educado, el neo-arismo no pasa de ser basura plutocrática que cree que el capital crea valor, aunque sea robándolo en el dizque libre mercado.
El neo-arismo es como un capitalista desinformado, que no sabe que el imperio de la ley con la crisis sistémica y terminal que se experimenta desde los años 1970, ha quedado sepultado; es como un capitalista que no entiende que Trump no es la manifestación de fuerza del capital estadounidense, sino la auto-conciencia de que USA está quebrado.
Mantener la inequidad social, el acceso a la caja chica del Estado, la venta de país al capital extranjero, entre otras cosas más, eso es el neo-arismo fascista que hoy nos quiere indigestados.
Neo-arismo
De Narciso y Codicia nació el neo-arismo. En lo más bajo de la política, se gestó el neo-arismo, dos enemigos por la vanidad del poder