Opinión

Movilidad equitativa y urbanismo táctico como respuesta al carrocentrismo

El pasado jueves 20 de febrero se realizó en la conocida Calle de la Amargura (calle 3, en San Pedro) una intervención de urbanismo

El pasado jueves 20 de febrero se realizó en la conocida Calle de la Amargura (calle 3, en San Pedro) una intervención de urbanismo táctico, en la cual se simuló, en el transcurso del día, la reconversión de dicha vía a un solo carril vehicular. El simulacro o experimento fue diseñado e implementado por un equipo consultor de la Fundación Pausa Urbana, en el marco del proyecto de Transformación de Calle 3, que es financiado por el Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD) e impulsado por la Municipalidad de Montes de Oca. El proyecto busca regenerar la zona mediante un plan maestro cuyo proceso de conceptualización, diseño y validación ha sido acompañado por múltiples representantes de diversos sectores de la ciudadanía e instituciones.

El urbanismo táctico consiste en acciones livianas y de ágil implementación, de corto plazo y bajo costo, que son ejecutadas en momentos y lugares puntuales; por lo general en espacios públicos urbanos, para promover y validar cambios de largo plazo. Por su lógica experimental, son ejercicios graduales, de socialización constante y participación abierta, que permiten hacer mediciones y registros reales para evaluar el planteamiento de potenciales soluciones técnicas y la conveniencia de su desarrollo permanente. A diferencia de modelos más convencionales, está fundamentado en una planeación más participativa, en procura de darles un mayor sentido.

Como turistas, amamos ciudades extranjeras que ofrecen experiencias positivas de caminabilidad y una generosa oferta de espacios públicos. Añoramos espacios así en nuestros centros urbanos, pero aquí en el país solemos oponernos a iniciativas orientadas a devolver los centros de ciudad a los peatones, por la anquilosada idea de que el problema de las presas solo se resuelve dando más espacios a los vehículos.

La excesiva colonización vehicular de los espacios públicos es una anomalía que se ha instalado en nuestra psique al punto que hemos normalizado caminar por aceras angostas e inaccesibles, mientras se siguen ensanchando calles para albergar un parque vehicular que crece sin control y que demanda cada vez más superficie.

Es un círculo vicioso reforzado por la carencia de redes de transporte público eficientes. No obstante, claudicar a la idea de que no hay alternativas, aunque implique asumir algunos riesgos e incomodidades, únicamente agrava los problemas y posterga las soluciones. No podemos exigir ciudades más amenas, seguras, accesibles y competitivas si no estamos en disposición de invertir en mejores redes peatonales, parques, plazas, zonas verdes, mobiliario y equipamiento que generen áreas públicas más funcionales, equitativas y saludables.

Las áreas urbanas rehabilitadas mediante recuperación de espacios públicos para la gente suelen atraer a más diversidad de personas e invitan a estadías más largas, lo cual a su vez ayuda a mejorar la actividad cultural y comercial local. Durante la intervención mencionada, el carril único operó con una fluidez y un orden atípicos de un “jueves de calle”. Los vehículos circularon con velocidad moderada, como corresponde a toda zona urbana con alta aglomeración de personas, y se redujo incluso significativamente la polución sónica y las presas típicas de la vía.

Pese a ello, el carrocentrismo, como dogma, está muy lejos de dejar de ser una epidemia que nos condena a padecer ciudades antisociales, insostenibles y profundamente ineficientes. El Informe Estado de la Nación del 2018 determinó que las presas vehiculares en la GAM representaron alrededor de un 3,8% del PIB, y que Costa Rica es el tercer país latinoamericano con mayor densidad vehicular (231 carros por cada mil personas), reportando un incremento de autos particulares del 60% en tan solo diez años. Los costos ambientales y de salubridad derivados de todo esto deberían también llamarnos a mirar el fenómeno de formas distintas a como lo hemos hecho hasta ahora y, sobre todo, a emprender y apoyar acciones más creativas, sistémicas y sostenibles.

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