Opinión

Mi novela

Philippe, emblema de la dinastía de los conquistadores españoles por ascendencia paterna y de los nuevos colonizadores provenientes de varios países europeos

Philippe, emblema de la dinastía de los conquistadores españoles por ascendencia paterna y de los nuevos colonizadores provenientes de varios países europeos (Francia, Polonia, Alemania) por ascendencia materna, y que por tanto es un terrateniente oligárquico cuya apostura admiran las mujeres, de exquisita educación y con gran poder para manejar los hilos políticos de un país pequeño de América Central, se mueve en un laberinto de objetivos que trata de ubicar en distintos lugares y cuya ilación es alucinante.  Su primera meta es tomar para sí la Belleza, obra de El Creador, el inmaculado artista, que Philippe la encuentra en el país natal de su abuela y que la mira desplazándose  encarnada en Ivonne, su anhelo.  El segundo es el Poder bélico que esmerado él busca para destruirlo a través de su invencible rival que es la Paz en su sentido prístino, la autoridad más poderosa del mundo,  oponiéndola como escudo y freno a las guerras sustentadas por la voracidad humana y exhibidas como El Fuego Griego.  El tercero es la Inmortalidad, ambrosía de muchas religiones,  aunada al elíxir de la Eterna Juventud, con el fin de demostrar que no existe ni la una ni la otra, porque si hay dos cosas que el tiempo expone en la galería de la verdad son la vejez y la muerte.  La inmortalidad está representada por el Soma védico o avéstico de los hindúes y persas, respectivamente, y por los enteógenos en general.  El Elíxir de la Eterna Juventud se perfila en preparaciones alquímicas y homeopáticas, y es simbolizado por la Triaca a base de Suelda consuelda y la Quintaesencia.

El balance, entre lo verdadero y lo ficticio, lo sustenta un equipo de fútbol de ancianos desmedrados que se llama la Vaca Vieja, cuyos integrantes jugando de poetas son mejores que como futbolistas. Coadyuvándolo presento un grupito heterogéneo de animales parlantes idóneo para brindar charlas en la universidad sobre estrategias del fútbol, que somete al público ludibrio a los entrenadores y a los comentaristas deportivos, y que está calificado para fundar un anticorrupto partido político con la ingenua esperanza de extinguir las fuerzas vivas de la avaricia y la insaciabilidad por el dinero, cromatograma de los que hoy están inscritos en el TSE.

Por ahora en mi novela se despliega en 2.500 páginas a renglón seguido quizá para distribuirlas en un tríptico.  Reconozco que debo reducirla, pero cada vez que trato de limar un capítulo dialogado sobre un tema específico, en vez de acortarlo lo voy extendiendo más y más, porque agrego a la narración; por ejemplo, en la Tercera Defenestración de Praga, detonante de la Guerra de los Treinta Años:  «espesos cortinajes de algodón de rojo teñido que tras la ventana impedían la entrada de las corrientes de aire, ahora achicaban los angustiosos gritos por socorro de los secuestrados y la algarabía de los plagiadores».  Y antes de limarlo no había cortinas; solo una ojival ventana.  Consta de muchas batallas y se incluyen algunas poesías. La pelea entre Hércules y Gerión es preciosa porque es invención.  Cuando Philippe reconoce a Ivonne, quien evoca a su hermana fallecida recientemente, se desarrolla este diálogo mental:  «—Yo te vi en una ocasión anterior —quiso decirle Philippe cuando las salinas perlas afloraron en los párpados de ella, pero él prudentemente dejó que pasara el tiempo necesario para que ella se repusiera.   —Quisiera que el Creador nos hiciera esclavos de almas, la una de la otra, sin mezquindades, sin dilaciones. El amor no se puede dejar en la espera—, pensaba.  ¡Era Ivonne!  Y él quiso cantarle al estilo viejo pero entendible: Ya debes entender que palpito enamorado, / que alcanzo la luna con sus hilitos de plata, / que veo descender galaxias en la alborada, / cuando escucho tu gozo, amada mía.  // Ya debes entender que mi vida  es de puro hielo,  / que la Tierra es un marchito ramillo de flores, / y el expansivo universo un profundo silencio, / si no estás conmigo, querida mía. // Ya debes comprender que te quiero toda entera,  / con tu jugo, tu esencia, tu pesar e ideales, / que debo convivir contigo el resto de la vida, / pues si no, prefiero ya, la muerte fría.

Mi novela es prosa musicalizada.   2.500 páginas…  ¿Quién se atreverá a editarla?

Suscríbase al boletín

Ir al contenido