Opinión

Mi corazón dice NO. El movimiento de oposición al TLC en Costa Rica de Ciska Raventós Vorst

Este importante libro es un estudio de historia inmediata y un análisis sociológico de un movimiento social multisectorial a escala nacional...

Este importante libro es un estudio de historia inmediata y un análisis sociológico de un movimiento social multisectorial a escala nacional, realizado desde la posición del “investigador anfibio” que combina compromiso político, reflexión ciudadana y rigor académico mediante la “objetivación participante”, según la expresión de Pierre Bourdieu. El trabajo es también una forma de política de memoria en donde se pretende preservar el recuerdo de un proceso histórico que ha empezado a olvidarse. Además, se debe destacar el carácter minimalista y transparente de su escritura.

La investigación narra el proceso de evolución de esta lucha, identifica sus principales protagonistas, aborda la composición social y la distribución espacial de los comités patrióticos, y realiza una etnografía del movimiento como experiencia vivida por individuos concretos. Por su forma y por su contenido me parece un modelo para investigaciones en el campo de las ciencias sociales que pretendan tener una incidencia ciudadana.

Según la autora, este fue un movimiento social que debe ser visto como respuesta de a la globalización, en una sociedad con una “matriz estadocéntrica” que ha tenido un desarrollo neoliberal restringido. La lucha enfrentó dos posiciones: la de quienes decían querer proteger “exportaciones y empleo” frente a quienes afirmaban estar en favor del “Estado Social de Derecho” y la “soberanía nacional”. En términos más generales, el movimiento del NO se inscribió dentro del discurso del excepcionalismo costarricense.

La lucha aconteció en una nueva fase de desarrollo del “sistema de estados clientes” de Estados Unidos, impuesto a Centroamérica y el Caribe a inicios del siglo XX. No obstante, el movimiento del NO enfrentó directamente a las elites gobernantes costarricenses, no al imperio. La autora insiste en que el conflicto ocurrió en el marco de la relación asimétrica imperial, pero dentro de procesos de hegemonía y dominación internas. Llama la atención que esta resistencia prolongada al TLC ocurriese en un país que históricamente ha tenido una relación especial con Estados Unidos.

El proceso de consulta puesto en marcha mediante el referendo resultó más aparente que real, ya que en la práctica fue, más bien, una imposición del Gobierno sobre los sectores afectados o interesados. El referendo fue una lucha desigual entre una sociedad civil organizada y un bloque de elites empresariales y políticas apoyadas por la Embajada de Estados Unidos. Opuso a adversarios con recursos muy desiguales en condiciones de competencia poco equitativas y con un árbitro, el Tribunal Supremo de Elecciones, que fue considerado poco fiable. Aquí conviene recordar el “Memorándum del miedo”.

El movimiento del NO fue plural y estuvo atravesado por tensiones y contradicciones internas. En cierto momento el conflicto fue una contienda entre Comex y las universidades públicas nacionales. En las movilizaciones por el NO tuvieron una centralidad simbólica el ICE y el INS, de modo que estas instituciones estatales funcionaron como diacríticos de la identidad nacional. Así, la lucha contra el TLC puede ser considerada como un indicador de la persistencia de la identidad nacional y de las formas institucionales costarricenses de hacer política. Las movilizaciones del NO en su dimensión expresiva, lo que la autora llama su creatividad, también podrían ser vistas como síntoma de la modernización cultural costarricense, con una multiplicidad de actores y una diversidad de formas de escenificación y representación de la protesta en el espacio público.

La autora concluye afirmando que el movimiento del NO fue una lucha defensiva en una sociedad que se ha degradado política y socialmente, y dio testimonio de la separación que se ha ido creando entre el país político y el país social.  El fin, el movimiento fue un aterrizaje en la realidad tras una experiencia de lo que alguien llamaría un “estado naciente”.  No obstante, según Raventós, el eco del NO permanece como “formas de ejercicio activo de la ciudadanía.”

Este es un libro ejemplar por su lucidez, profundidad y concisión, y una muestra elocuente de que es posible estudiar con rigor procesos en curso y fenómenos de la vida social y política del tiempo presente más allá de la mirada puramente periodística o anecdótica y de los discursos normativos, aunque desde un lugar con una clara toma de posición política. En suma, esta es una obra muy recomendable tanto para quienes vivieron y protagonizaron esta historia como para quienes no tuvieron la posibilidad de experimentarla.

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