Opinión

Memorias de cómo iniciaron los Parques Nacionales en Costa Rica: Anécdotas de todo en el sistema

Encendemos la grabadora para escuchar en palabras de don Álvaro Ugalde más anécdotas del sistema.

Encendemos la grabadora para escuchar en palabras de don Álvaro Ugalde más anécdotas del sistema:

El cambio de Gobierno de Daniel Oduber a Rodrigo Carazo fue un poco novelesco. Uno de los incidentes que se sucedieron justamente durante este cambio de mandatarios fue la muerte de los venados cola blanca del Zoológico Simón Bolívar. Los venados se mataron en febrero de 1979 y las elecciones fueron ese mismo mes. En febrero 21 de 1978, los encabezados del periódico La Nación informaban de la matanza de los venados.

El escándalo explotó luego de las elecciones, cuando don Daniel aún era presidente. La oposición llevó el conflicto a las altas esferas políticas con el fin de perjudicar al presidente Daniel Oduber, sin embargo, el escándalo término en mi escritorio. Yo no permití que ese hecho se usara políticamente para manchar la labor tan valiosa que don Daniel había cumplido en materia de conservación.

Como marco de fondo, recuerdo que se había adquirido una finca en Santa Ana, comprada a la familia Ross en dos  millones de colones. Guido Sáenz había sido nombrado como ministro de Cultura durante el Gobierno de don Daniel. En 1977, el Congreso había pasado una Ley para la creación de un Jardín Botánico dentro del Zoológico Simón Bolívar y Guido obtuvo fondos para la compra de plantas que sembró dentro del zoológico. Él me había pedido que saliera del zoológico, porque algunos de los venados sueltos estaban estropeando sus plantas, sin embargo, nosotros no teníamos fondos para trasladarnos del Zoológico en Barrio Amón a la finca de Santa Ana recién adquirida. Para solucionar el conflicto, solicité que capturaran los venados con redes y anestésicos, sin embargo no se pudo. Lo intentamos por más de un año, hasta que al final no tuve otra opción que ordenar que los eliminaran.

Esa decisión me condujo a un largo juicio de año y medio, en el que se me acusó de daños agravados contra la propiedad del Estado. Si resultaba culpable, me iba a prisión por tres a seis años, pero dichosamente salí libre. Gracias a mis testigos, logre probar que por más que traté de capturar a los venados vivos, me fue imposible y que el gobierno me había asignado la difícil tarea de proteger dos proyectos antagónicos en la misma propiedad y sin fondos para ejecutar las acciones.

La vida da sorpresas; a veces es una de cal y a veces otra de arena. En julio 25 de 1983, gracias a la labor que Mario Boza y yo realizamos al construir el sistema de Parques Nacionales de Costa Rica, fuimos elegidos ganadores del premio a la conservación de la vida silvestre denominado J. Paul Getty. Esta es la máxima condecoración que un centroamericano había recibido en materia de conservación. A este han seguido muchos otros reconocimientos al país, a los presidentes y a muchas otras personas e instituciones.

Regresando a la Península de Osa, que por razones históricas, siempre ha sido considerada como una Siberia para muchos funcionarios del servicio de Parques Nacionales. Allá iban a dar los mal portados o los que realmente quieren sacrificarse. Por una u otra razón, yo siempre me he mantenido cerca de Osa. Durante un tiempo, luego de que yo salí del Sistema de Parques, se inventó el concepto de comisionado, concepto que realmente no ha funcionado. La idea giraba en torno a que cada área tendría un comisionado nacional y uno internacional. De hecho este concepto está legalizado en la Ley de Biodiversidad. Los Comisionados eran, y deben ser, como padrinos, personas de renombre, de poder, etc., que se mantengan preocupados por la salud de ese su Parque asignado. A mí me pidieron que fuera el Comisionado Nacional para Corcovado, y a Thomas Lovejoy, se le asignaba el título de Comisionado Internacional. Siempre asumí que ser el comisionado significa informarse e informar qué está pasando en el sitio, dar la voz de alarma y buscar recursos económicos.

La década de los 80 marcó el inicio de un movimiento conservacionista que buscaba soluciones ante la inflación de la que fuimos víctimas durante los primeros seis años de la década. Muchas de las 26 organizaciones de ayuda internacional tales como CIDA de Canadá, Danida de Finlandia, GTZ de Alemania, Fiinida de Finlandia, Norad de Dinamarca y ODA de Inglaterra, donaron dineros a Costa Rica, con énfasis en proyectos de conservación. Además de estas organizaciones, muchas organizaciones conservacionistas apoyaron a nuestro país durante la crisis. Esta nueva fuente de ingresos abrió la necesidad para el establecimiento de la Fundación de Parques Nacionales (FPN), institución a la cual le correspondería la administración de las contribuciones internacionales. Presidida por Mario Boza, la Fundación nace en 1979. La respuesta de la FPN ante la crisis económica fue lanzar una campaña de recaudación de $5,5 en un periodo de 5 años. Esta campaña se convirtió en la prioridad número uno de la Fundación y gracias al esfuerzo nacional e internacional, la cifra fue conseguida en 1986, en menos tiempo de lo inicialmente estimado.

Yo fungía de director de parques nacionales en abril de 1986, cuando asumía la presidencia don Óscar Arias y don Álvaro Umaña era nombrado Ministro de Ambiente. Me sentía estresado de los continuos conflictos que este trabajo atrae, y básicamente renuncié al puesto de Director de Parques Nacionales por varias razones. Estaba sumamente cansado, ya que acabábamos de pasar por el desalojo de los oreros de Corcovado y además estaba políticamente muy mal parado, no con Óscar o don Álvaro, sino con el exministro de la Presidencia que había quedado como ministro sin cartera, el Sr. Danilo Jiménez Vega, mi oponente principal durante la crisis de los oreros. Sentí que como represalia don Danilo iba a enfocar sus cañones contra el Sistema de Parques Nacionales y entonces pensé que yo tenía que estar fuera del Servicio para librarlo de la reprimenda.

La crisis de los oreros nos enseñó algunas valiosas lecciones, una de ellas fue que las áreas de amortiguamiento que rodean las Áreas Silvestres, son tan valiosas como los ecosistemas con categoría de protección estricta. La experiencia fue la chispa que encendió la idea para crear una fundación privada que recaudara fondos sin tener intervención gubernamental. La idea era que dicha fundación adquiriera tierras para conservación y promoviera programas de educación ambiental y el concepto del desarrollo sostenible. Con ese fin nació la Fundación Neotrópica.

No había pasado mucho tiempo de mi salida, cuando el World Wild Life primero y luego The Nature Conservancy, me becaron para que no buscara otro trabajo y funcionara como Director Ejecutivo de la Fundación de Parques Nacionales, cuyas labores incluían recaudación de fondos para la consolidación del Sistema de Parques Nacionales. Luego, en 1988, trabajé de guía con Michael Kaye y su empresa “Costa Rica Expeditions” pionera en el campo del turismo ecológico. Aquí, la vida me presentó la oportunidad de ver los Parques Nacionales con los ojos de un usuario.

En los años de la Administración de don Óscar Arias se impulsaron iniciativas tales como el mecanismo financiero conocido como canje de deuda por naturaleza. En este periodo, en materia de conservación, el poder descansaba en el ministro Álvaro Umaña. Esta fue la era en que la Administración de las Áreas Protegidas fue reestructurada y ocurre el nacimiento de las Unidades Regionales de Conservación (URC). Las URC formaban parte de una estrategia de desarrollo sostenible que no solo incluía las Áreas Silvestres Protegidas, sino también el agro-paisaje a su alrededor.

En 1989, entré a trabajar nuevamente al Mirenem con Mario Boza como Viceministro. Trabajé un año en la apertura de una Oficina de Cooperación Internacional y luego asumí nuevamente la Dirección del Servicio de parques en 1991. En 1993, Mario salió y yo volví a salir para trabajar con el PNUD. De 1993 a 1995 trabajé como coordinador del programa de pequeñas donaciones del GEF y en 1995 participé en la elaboración de una propuesta de la fundación de parques a CR-USA para iniciar una campaña de recaudación de fondos para Corcovado, la cual fue aprobada. La Fundación CR-USA a través de la Fundación de Parques Nacionales, garantizó el pago de mi salario.

Ese año terminó en fracaso por conflictos con la Ministra del Ambiente. Yo renuncié y me fui a trabajar como guía de turismo. Luego Carlos Manuel Rodríguez me llamo al Catie y estando allí, CR-USA me volvió a contratar como oficial ambiental y para darle continuidad al proyecto de Osa. Se armó un nuevo proyecto y CR-USA me contrató como Director de la Campaña y luego, por acuerdo con el Ministro, como director del Área de Conservación Osa, desde febrero del 2004.

La Campana de Osa fue un proyecto de colaboración internacional entre The Nature Conservancy (TNC), Conservación Internacional (CI), (Fundación Costa Rica-Estados Unidos (CR-USA) y el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), para la recolección de fondos destinados a proyectos de conservación de la biodiversidad en el Área de Conservación Osa. El proyecto pretendía recaudar más de $30 millones de dólares para un fondo patrimonial para las áreas protegidas, la compra de tierras privadas dentro de áreas protegidas, crear corredores biológicos y trabajar con comunidades, organizaciones locales y privadas y propietarios, en la conservación de la biodiversidad de Acosa.

Los parques nacionales de Costa Rica fueron creados, mantenidos, mejorados y expandidos gracias a que la mayoría de los costarricenses los consideran como parte del alma nacional y a que hemos aprendido a utilizarlos como parte de nuestra economía. Son la materia prima del ecoturismo. La motivación de los primeros creadores del sistema fue un ejemplo que muchos otros continuarían y que es apoyada, no solo por más costarricenses, sino por muchos otros amigos y amigas y organizaciones internacionales que han admirado nuestra visión y misión y que con su apoyo han garantizado el éxito de nuestros preciados parques nacionales.


Este es un capítulo del libro inédito Memorias de un Héroe Llamado Guarda Parques, de Yamil Sáenz. En nuestra edición impresa por error se le consignó el texto al biólogo Lenin Corrales.

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