Opinión

Memoria Viva

Para rendirle tributo a la Memoria Viva de Carmen Naranjo, el viernes 21 de abril, y en el marco del día internacional del libro

Para rendirle tributo a la Memoria Viva de Carmen Naranjo, el viernes 21 de abril, y en el marco del día internacional del libro (23 de abril), es decir, el día de los más laureados escritores (Cervantes, Shakespeare…). Los estudiantes del Colegio México, José Pablo, Diego, Josué, Gabriel y Pablo, declamaban el legado de la poeta: “Desde la tierra, y con la tierra el mar,/ por donde pierden el camino las estrellas/ la luna refleja su blanca soledad…”

Y con Carmen Naranjo (ahora narradora) aparece el personaje de la burocracia estatal: ese mundo de marañas donde desfila el arribismo y la ascendente carrera de los elegidos del poder que ven pasar el tiempo tras la ventana sin más convicción que el agitado egoísmo y un mundo de frustración, y sin olvidar las clásicas “bajadas de piso” (Los perros no ladraron, 1966). ¿Ha cambiado ese ambiente o solo se ha trasformado? ¿O ya el esnobismo era una forma de actuar para colgarse en las élites del poder?

También, en el homenaje a la escritora Naranjo, estaba la Primera Dama, María Mercedes Peñas Domingo, la señora Ministra de Educación, Sonia Martha Mora Escalante, la señora Ministra de Cultura y el cuerpo diplomático que en un gesto sui géneris participaron con un texto o poema de la escritora.
Sin embargo, las voces de los niños cantores del Oratorio San Bosco (Escuela Sor María Romero) dejaban un sentido mensaje para los otros niños ausentes que deambulan por las calles y avenidas de la capital, arropados con crack y cocaína, con frío y con hambre. Y con ese eco de los versos de Naranjo: “Escucha, hermano,/ que en la luz estamos;/ escucha los pasos rebeldes/ que caminaron antes de ti/ con desvelo, con hambre,/ con desgano, con sueño,/ buscando y buscándose”.

Mientras la sirena de los bomberos y ambulancia competía con la voz de los niños de la Escuela Buenaventura Corrales, que, conjuntamente, con la voz ensayística de Carmen Naranjo, cuestionaban el “¿Qué le vamos a hacer?”, de esa idiosincrasia del costarricense que navega entre el escepticismo y la resignación donde habita una religiosidad contemplativa. Y en ese desentrañamiento ideológico (falsa conciencia) del habla popular, se devela que al primer obstáculo que se antepone, acude la mágica excusa de “qué le vamos a hacer” para no seguir con el proyecto de vida y dejar la lucha a la orilla del camino. Y por ahí la ensayista Naranjo ahonda entre el pesimismo de los que agotan sus posibilidades ante los primeros obstáculos y el optimismo que admira en otros.

Y los escolares seguían acuerpando la voz de Carmen Naranjo con el “Ahí vamos”, para refugiarse en una colectividad que lo ha dejado en la soledad; el “A mí que me importa” que es un antifaz que pretende ser indiferente ante el dolor o la responsabilidad (crisis de la Caja, pensiones, homofobia, racismo, xenofobia, el costo de la vida,… los horrores de Siria y el juego siniestro de las potencias, Venezuela sitiada por la derecha y por los errores de la Revolución…); “De por sí”, es otro mecanismo de evasión ante las preocupaciones con que algunos medios de comunicación hacen eco de los que lucran con el poder y hacen creer que los empleados públicos son los responsables del déficit fiscal…; la interjección del “Idiay” es un reclamo ante la provocación del oponente, pero es también una expresión que significa déjeme tranquilo…

Y seguían las cascadas de versos de Carmen Naranjo en las voces de las estudiantes del Colegio México: Mariana, Tatiana, Yerelin, Irina y Tiffany: “Desde la tierra, y con la tierra el mar,/…tiene desvelos de insaciable enamorado,/ tiene mar, siempre mar,/ hasta el fondo tierno de su llanto”.

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