Opinión

¡El mejor negocio del mundo!

Difícilmente será un negocio legal, ¿o nos equivocamos? Si vemos las cosas tal y como están sí, probablemente nos equivoquemos,

Difícilmente será un negocio legal, ¿o nos equivocamos? Si vemos las cosas tal y como están sí, probablemente nos equivoquemos, ya que los mejores negocios del mundo parecen ser la política, la guerra, la banca, el “deporte” o la religión que son absolutamente “legales”.

Si se tratara de una encuesta muchos opinarían, por el contrario, que son los “ilegales”, drogas, armas, contrabando, asaltos, saqueos, usura, etc., los mejores. Tales encuestados opinarían así, porque saben que, adonde hoy hemos llegado, es casi imposible encontrar, en la práctica, una diferencia entre lo legal y lo ilegal, lo justo y lo injusto.

El político, por ejemplo,  comete, o hace cometer, varios de los crímenes más odiosos: mentiras graves, narcotráfico, trata de humanos, de armas, fraudes, asesinatos, saqueos… saquea nuestros bolsillos apuntándonos con su arma preferida: la ley, hecha por sus mafiosos correligionarios que buscan también dividendos. Todos sus crímenes gozan así de la más perfecta “legalidad” y parecen “justos” porque eso de la justicia ya no se usa.

Entre lo legal, lo ilegal, lo inmoral y lo injusto no hay diferencia ya, dijéramos, de principios, de ética ni de ninguna de esas “majaderías” filosófico- doctrinarias, en que creemos muchos viejos, sino que lo que rige es el simple criterio y capricho de cada quien y su circunstancia para considerar un hecho como legal, justo o moral; o si no pregúntenle a un juez.

En ese contexto “industrializado”, ayuno de todo derecho natural o principio espiritual, pensamos que si la guerra no es el mejor negocio, es el más extendido y “viral” por excelencia.

Me refiero a la guerra total actual entre familias, padres e hijos; entre sexos, entre ciudadanos, entre políticos y contra sus vasallos; entre trabajadores, entre empresas y contra sus favorecedores y obreros; en el “deporte”, entre instituciones, entre iglesias de farsa, dioses o demonios; entre razas y especies, entre pueblos, entre países…

Casi todas las actividades del humano responden hoy a una guerra que ya no se declara, simplemente se participa, quiérase o no, atacando o defendiéndose, no hay alternativa. Las luchas por ideas pasaron a la historia, la regla es “ataca o defiéndete”, sin aviso previo.

Son negocios las guerras a las que todos asistimos o el sistema nos obliga y lo hacemos con todo el impulso por la razón de que al generar ganadores y perdedores habrá, necesariamente, beneficios “contables” que de no ser así preferiríamos la paz.

Sin embargo, aunque la guerra, la política, la droga, el saqueo, la banca, la empresa, o cualquiera de esas lacras, aparezcan como brillantes negocios, no podríamos asegurar cuál de ellas es el mejor del mundo.

Por más degenerados y genéticamente desvirtuados que estemos o nos sintamos, algunos ilusos abrigamos aún la esperanza de que un movimiento moralizador nos transforme. Algo que venga del más allá, un virus que “perfume” todo el aire de moral y nos haga comprender que nuestras estúpidas formas de vida, por más que hayan avanzado en su caótico sentido, probablemente sin retorno, jamás van a llegar a ser una buena opción, simplemente porque son antisolidarias; o sea,  son “malas” de plena maldad. La verdadera moral, en los que aún queda algo de ella, las rechaza. Si no son buen negocio es porque son el origen de todas esas calamidades y guerras que aderezan una vida miserable.  Estar en guerra, todos contra todos, nos obliga, en algún grado, a ser malos todos los días.

Por eso la opción de ser “buenos”, ¡así de quimérica!, que significa ser solidarios en sociedad, cumpliendo la regla máxima de la convivencia, será siempre la mejor.

Cuando seamos solidarios con toda la creación y tratemos de darle lo mejor de nosotros, recibiremos de ella, lo queramos o no, también lo mejor y habremos hecho “el mejor negocio del mundo”.

¡Una sociedad sin amor,

con el oro por imperio

y la maldad por gobierno,

basada en el fanatismo,

la guerra y el servilismo,

seguirá siendo un infierno!

 

 

 

 

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