Opinión

Marx: el cimiento de su formación clásica liberal

Ludwig von Westphalen, un aristócrata, llegará junto con su familia, en 1816, a Tréveris como consejero del gobierno local prusiano y se_convertirá_en_vecino_de_la_familia Marx.

Ludwig von Westphalen, un aristócrata, llegará junto con su familia, en 1816, a Tréveris como consejero del gobierno local prusiano y se convertirá en vecino de la familia Marx. Fue así como Jenny y Edgar, y sus hijos se convertirán en amigos de juegos y escuela de los hermanos Marx: Sofía y Carlos. Aquella amistad perdurará para el resto de la vida. Será Sofía quien animará a Jenny y a Carlos a unir sus vidas y Edgar será el nombre que le darán a su primer hijo.

En 1841, Marx dedicará su tesis doctoral a von Westphalen, “queridísimo y paternal amigo”, y repetirá tres veces en su breve dedicatoria lo de “paternal amigo” no solo por su compromiso con su hija, sino principalmente reconociendo el positivo efecto que en su formación había recibido de aquel hombre, quien, escribirá, era “la demostración viva y palpable de que el idealismo no es simplemente una quimera, sino una verdad”.

En 1863, al tener que regresar a Tréveris por la muerte de su madre, Marx recordaría que iba “diariamente en peregrinación a la vieja casa de los Westphalen”, un recuerdo de su “juventud feliz”.

Los diversos historiadores destacan el acervo cultural clásico que poseía el padre de Jenny, entroncado con las tradiciones intelectuales de Inglaterra y los círculos literarios y filosóficos de Berlín. Si el padre de Marx les leía a filósofos liberales, él lo hacía con Homero y Shakespeare y eso es lo que explica la profunda influencia que ambos poetas tendrán en la familia Marx Westphalen.

Eleonora, la hija menor de Carlos y Jenny, contará: “Shakespeare era la Biblia de nuestra casa, siempre en boca de alguien y en mano de todos”. Ella misma describirá que a los seis años ya se sabía de memoria todas las escenas del dramaturgo inglés. Años después, cuando la familia Marx Westphalen se instala en Londres, será Jenny quien escribirá y publicará, entre 1875 y 1877, varias críticas sobre teatro londinense, donde se muestra conocedora de su tradición y de la obra de Shakespeare.

La formación que Marx recibirá de su padre y de Ludwig von Westphalen se fortalecerá con el espíritu liberal y humanista con el que se encontrará en el Gimnasio Real Federico Guillermo III, que Marx cursará entre 1830 y 1835, la mejor secundaria de entonces en Tréveris, dirigida por Johann Hugo Wyttembach, la tercera figura que marcará su sólida formación clásica inicial.

De aquella etapa se han preservado sus siete exámenes de graduación, escritos en agosto de 1835, con 17 años, que servirían para respaldar su graduación un mes después. Los certificados lo describen de “fe evangélica” y muestran su “comportamiento moral hacia los superiores y compañeros de clase fue bueno”, al ser “amado y temido por sus compañeros, amado, porque siempre estaba listo para bromas juveniles, y temido porque escribía poesía satírica y exponía a sus enemigos a la burla”.

En matemáticas fue bueno; en historia y geografía, “bastante competente” y en física, “moderado”. En griego, “su conocimiento y habilidad en lo que respecta a la comprensión de los clásicos son casi tan buenos como en latín”, lengua en la que traduce “los pasajes más difíciles, especialmente aquellos donde la dificultad consiste en el tema y la lógica del pensamiento”. En francés, gramatical y oralmente, fue bueno, y pudo leer también “pasajes difíciles”. En alemán, evidenció “una atención del todo satisfactoria”.

Escribirá tres ensayos como parte de aquellos exámenes de graduación. En uno de ellos, de carácter religioso, La Unión de Creyentes con Cristo, muestra que “su conocimiento de la fe y la moral cristiana es bastante clara y bien fundamentada; sabe también en cierta medida la historia de la Iglesia cristiana”. Kupper, uno de sus maestros, escribirá que es “profundo en sus pensamientos, brillante y vigorosamente escrito, merecedor de alabanza”.

Un segundo ensayo, su prueba en latín, lleva por nombre ¿El Reino de Augusto merece ser contado entre los períodos más felices del Imperio Romano?, pregunta a la que busca responder mediante una “comparación con otros períodos de la historia romana”, que el mismísimo director Wyttembach considerará que revela “un profundo conocimiento de historia y latín”, aunque con “escritura atroz”.

En el tercer ensayo, de tema libre, Reflexiones de un joven al elegir profesión, Marx reivindica la capacidad del ser humano de elegir su propio destino “desde el cual pueda elevarse él mismo y elevar a la sociedad”, al señalar que el ideal religioso orienta a “sacrificarse por la humanidad”. Sin embargo, reconoce que “no siempre podemos escoger en la vida… pues las relaciones en que nos encontramos dentro de la sociedad se encargan, hasta cierto punto, de decidir por nosotros”.

De aquel ensayo Wyttembach criticará el uso constante de “expresiones pintorescas elaboradas”, que lleva a que muchos pasajes carezcan “de la claridad y la precisión necesarias” pero enfatizará la “riqueza de pensamiento y la buena narración sistematizada”.

En octubre de 1835, Marx iniciará estudios de derecho en la universidad de Bonn para complacer a su padre, última parada de su primer viaje intelectual, forjado a la luz de la historia milenaria de Tréveris y de sus maestros, entre los que se destacan el señor Marx, su padre; Westphalen, su futuro suegro, y Wyttembach, su director de secundaria.

En 1836 viajará a la universidad en Berlín donde, ahí sí, iniciará sus estudios de “historia y filosofía para complacerse a sí mismo”; germinará su propio camino y sellará para siempre en su memoria sus primeros y sólidos años iniciados el 5 de mayo de 1818.

 

 

 

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