Opinión

Marasmo político

Con la intensificación de la tormenta que amenaza a la humanidad, se han desprendido manifestaciones políticas aberrantes cargadas de xenofobia,

¿Por qué seguir tan campantes
Aquel son tan asesino?

Ismael Serrano

Con la intensificación de la tormenta que amenaza a la humanidad, se han desprendido manifestaciones políticas aberrantes cargadas de xenofobia, machismo y racismo en discursos promotores de un empoderamiento pseudo-nacional y, peor aún, la estela parece que se amplia para el 2017, este reflejo nos oculta la intensificación del proceso capitalista de acumulación-dominio y explotación-despojo. Esta situación es paradójica, los sectores dominantes se presentan como defensores de sectores populares, entonces cabe preguntarnos: ¿cuáles son los límites de su discurso legitimador?

En los últimos años hemos asistido a un proceso de homogenización de nuestras categorías y sentidos, desmaterializando las relaciones económico-sociales, culturales y políticas que los configuran y legitiman, llegando a un nivel en que los espacios retóricos vacíos, trabajadores, pobres, democracia o igualdad suenan a monedas de cambio, palabras vacías dispuestas a jugar con el mejor postor.

El discurso político dominante utiliza este proceso para potabilizar los llamamientos xenofóbicos, racistas, chauvinistas, fascistas, machistas y plutocráticos detrás de un matiz pseudo-defensor de alguna identidad nacional trasnochada. Lo que esconde es la consolidación y refugio del sistema de dominación y explotación de las elites económica-financieras.

Cuando estos actores pronuncian estos discursos como cantos a un pasado mejor, a volver a ser grandes, lo único que esconden es el miedo y la necesidad de garantizar sus pacerlas de dominio y explotación, procurando sostener sus procesos de reproducción del capital.

Es necesario resistir y luchar en el campo de los sentidos y sentires de nuestras palabras y prácticas, ya que la alquimia del discurso político consiste en invisibilizar los intereses de clases, debemos enfrentar la mentira cuando allá arriba hablan de trabajo,  igualdad, etc. No hablan de lo mismo, para los del poder son espacios de legitimación del capital, procesos de explotación que garantizan no solo su reproducción, sino tan también su ampliación.

Asistimos a la intensificación de la tormenta, no solo a través de muros, sino en el secuestro de los sentidos y sentires que hemos construido como humanidad, a partir de esta alquimia solo unos cuantos serán considerados humanos. Esta es la consecuencia más evidente del proceso de globalización, la implantación del pensamiento único y su práctica de exclusión-destrucción. A través de estos procesos sentimos el miedo que esconde el poder, pero así mismo refleja la necesidad de legitimar su acción, y controlar su espacio vital, y no debemos tener la menor duda, también su ampliación.

Nos queda prepararnos, los campos de acción deben responder a otras formas de pensar-hacer política, organizarnos es resistir; evidenciar y construir a través de nuestras prácticas nuestro papel como sujetos transformadores debe ser la ofensiva, estos son los elementos que deben contener esta política, donde luchemos en solidaridad por el sentido y sentires de esa otra humanidad contra la voracidad del capital.

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