Opinión

“Lutopia, anno 2116”

El año 2016 se fue dejando desaparecer una estela de gente importante. Políticos, por ejemplo, como Fidel Castro, que no creo haya

El año 2016 se fue dejando desaparecer una estela de gente importante. Políticos, por ejemplo, como Fidel Castro, que no creo haya que absolver así sin más (argumento en otro artículo para mi matutino). En cambio, el 500 aniversario de la publicación de Utopia, de Tomás Moro merece que la estela se transforme en todo un estuario de pensamiento actual.

No voy a ahondar, en este momento, en su relación con tantas otras ciudades de mi Flandes: Amberes, Brujas, Bruselas, sobre las que él comenta. La ciudad de Lovaina (Leuven, Louvain, Löwen según las tres lenguas oficiales de Bélgica) no sé si él la conoció personalmente, pero a no dudarlo la debe haber recordado con mucho cariño: allí era profesor entonces Erasmo (al que le dicen “de Rotterdam”, solo por el accidente de su nacimiento); allí también su amigo, en 1516, se esmeró en que se imprimiera la primera edición de la Utopia.

Según me cuenta el Campuskrant (equivalente allá a nuestro “Semanario UNIVERSIDAD”), por aquello del medio milenio del famoso librito, los de mi Universidad Católica de Lovaina (KUL) y en la ciudad misma (cuyo equivalente aquí sería Montes de Oca) se confabularon para cantidad de manifestaciones culturales. Todo resultó vestido en una curiosa inversión: en vez de imaginar esa “isla nueva” como describe don Tomás, idearon la medieval ciudad en una utopía ya no espacialmente alejada, sino proyectada en el tiempo. De allí el curioso compuesto: LUTOPIA, Lovaina utópica: una de las primeras universidades de Europa, creada en 1425, ¡creativamente pensada para el año 2016!

Se trata de un proyecto interdisciplinario, verdadero viaje para adelante, poniéndonos a cavilar en términos de desarrollo duradero, diversidad, equidad social, movilidad, energía renovable, etc., todo en un fructífero intercambio entre la comunidad universitaria y la civil. Maravillados quedarían los “viejos” exalumnos nuestros (los hermanos Volio, los médicos Calderón, padre e hijo, Marielos Giralt, Arnoldo Mora y tantos otros) al participar ahora, allá, en actividades de gran altura, entre conferencias, paseos, etc. En un libro sobre el tema de la utopía futurista, (ed. Polis, Lovaina, 2016) va un precioso cartoon (de mano de Joris Snaet), insinuación para que pensemos creativamente también por aquí.

Desde luego, imposible que falte la dimensión ecológica. Preocupación me produce entonces, en nuestra UCR ese corredor biológico del río Torres con el bosque ribereño de la quebrada Sabanilla, que pretenden condicionar para un edificio más. ¡La conciencia universitaria, “lúcida” cómo no, debe ir proyectada hacia el futuro, no en cortoplacismo endémico. En 43 años en el país, ¡cómo he visto disminuir la arboleda frente al crecimiento desmedido del cemento casi por doquier. Pobre Tomas Moro: ¿conocen su librito en nuestra universidad?

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