Opinión

¿Lucem Aspicio? El periodismo no debe distorsionar los hechos

En mi condición de Ministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social y Presidente Ejecutivo del IMAS, me veo en la obligación de señalar las imprecisiones e información incorrecta o falsa, publicada por el Semanario Universidad

En mi condición de Ministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social y Presidente Ejecutivo del IMAS, me veo en la obligación de señalar las imprecisiones e información incorrecta o falsa, publicada por el Semanario Universidad el 16 de Setiembre de 2020 y solicitar la publicación de un derecho de respuesta, con cinco puntos que deben ser explicados con la misma amplitud con la cual los artículos originales han sido planteados.

Primero me referiré a la nota titulada inicialmente como “Horizonte Positivo concibió y pagó por poderosas bases de datos de pobreza” la cual fue modificada en la versión digital a las 4:40p.m del 16 de setiembre por “Horizonte Positivo concibió y pagó por diseño de bases de datos de pobreza”. En ambos casos el titular se aparta de la verdad y miente por cuanto ninguna base de datos del IMAS o del SINIRUBE, fue concebida, accedida ni pagada por la Asociación Horizonte Positivo.

Así quedó claro en la información provista por IMAS, que la Asociación Horizonte Positivo únicamente 1) facilitó la incorporación metodológica del Índice de Pobreza Multidimensional a las estadísticas nacionales del INEC con datos públicos de la ENAHO; 2) digitalizó un formulario que se registraba en papel en IMAS creando una aplicación digital (que desde 2018 fue sustituida por un desarrollo interno) para automatizar su levantamiento; 3) facilitó y luego donó 110 tabletas para uso de oficinas locales de IMAS; y, 4) proveyó una plataforma de visualización de información agregada, despersonalizada y con datos públicos, como comprueba la documentación brindada.

En esa misma nota periodística se indica que dicha organización no gubernamental logró su meta y afirma: “Cómo lo hicieron? Por medio de dos poderosas y robustas bases de datos para identificar geográficamente a población vulnerable y en condición de pobreza”. Con sutileza y engaño se quiere inducir al lector a creer que hubo algún acceso a bases de datos de ciudadanos, lo cual es completamente falso. Esto se ha aclarado a sus periodistas sin que se consigne con claridad.

Segundo. Es absolutamente falso lo que se afirma en cuanto al desarrollo de la Ficha de Información Social (FIS), el cual fue hecho por el IMAS desde los años noventa. Dado eso, cuesta comprender que en la nota titulada “¿Por qué las bases de datos públicas son tan apetecidas?” su medio de comunicación indica que “Además, la dominante organización de empresarios en el Ejecutivo se encargó de realizar la Ficha de Información Social (FIS)” con lo cual, surge la pregunta ¿Cómo es posible hacer esa afirmación, si en el momento en que IMAS desarrolla la FIS dicha ONG a la que aluden ni siquiera existía? La FIS tiene más de dos décadas de haberse creado, y es parte del esfuerzo del Estado costarricense por contar con sistemas de información social que transparente el uso de la inversión social. Haber trasladado el formulario físico de la FIS en uno digital, aporte brindado por la Asociación Horizonte Positivo, dista mucho de la verdad y por ende de lo expresado por el medio de comunicación.

Dicha nota habla de bases de datos como las del SINIRUBE o el INEC, y luego introduce sus subtítulos “Fines políticos” y “Fines comerciales” indicando “Expertos señalan fines electorales y comerciales como las principales razones por las que sectores públicos y privados ponen sus ojos en información de la ciudadanía”. La presunción con la que se pretende llenar, con nulo fundamento pero con mucha especulación, los espacios vacíos para el lector, tiene implicaciones desinformativas, pero sobre todo dañinas para la institucionalidad social del país y por ende inaceptable. No hay información personal alguna que haya transitado a la Asociación Horizonte Positivo y por ende ninguna de esas afirmaciones tiene vínculo ni sostén.

Tercero, con la nota “Horizonte Positivo podía revisar tabletas que IMAS usó para recoger datos de beneficiarios”, pretende su medio desmentir mi afirmación de que “las tabletas nunca han salido de manos del IMAS”. Pues bien, lo cierto es que las tabletas en sí, y además la información contenida en ellas, nunca salieron del control del IMAS y la ONG no tuvo acceso. En primer lugar, las cartas de entendimiento no establecían la posibilidad de acceso a ninguna información. Ciertamente, dado que las tabletas eran a título de préstamo, las cartas de entendimiento señalaban la posibilidad de que la entidad propietaria verificara el estado de los activos, pero esto nunca se concretó y ni siquiera se solicitó.

Cuarto. Como lo indiqué a la periodista en la entrevista que le concedí, y que se complementó con tres entregas de información, el IMAS desde su creación en la Ley N° 4760, tiene la obligación -no solo la posibilidad- de gestar el involucramiento de todos los actores privados de la sociedad en los esfuerzos por la erradicación de la pobreza. Esta meta nacional no es un monopolio del sector público, como pretenden algunos sectores polarizantes y negacionistas del pluralismo del espíritu costarricense. Desacreditar y quemar, sin fundamento ni elementos plausibles, los puentes de colaboración entre el sector público y el sector privado, atenta contra la posibilidad del Estado costarricense de atender, la cruel y dolorosa problemática de la pobreza, con todos los recursos que estén a su alcance.

Los sistemas de información social nacieron para eliminar la opacidad y la discrecionalidad en el otorgamiento de los beneficios sociales. Por ello, defender su relevancia institucional frente a ataques espurios, es un deber al cual no renunciaré.

Quinto. Estoy seguro que, el histórico prestigio del Semanario Universidad y el respeto de sus lectores y lectoras, coincidirán con nuestra preocupación democrática de trazar una línea clara entre el periodismo de hechos y el periodismo especulativo. Este último genera daños irreparables en la institucionalidad, incluida la confianza sobre los medios de comunicación de nuestro país, independientemente de su posicionamiento ideológico o de su línea editorial.

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