Opinión

Los “perpetradores” del Inamu

Terrible es oír a una altísima funcionaria del Inamu referirse a los hombres como “perpetradores”. Muy al estilo de este aparato estatal,

Terrible es oír a una altísima funcionaria del Inamu referirse a los hombres como “perpetradores”. Muy al estilo de este aparato estatal, el lenguaje que se emplea busca dejar sin responsabilidad de la violencia entre parejas a la mujer. La mujer es vista meramente como víctima inocente de la agresividad testosterónica del macho. Así, en un proceso no abstracto sino abstraído de la realidad, el Inamu plantea un raro feminismo que nos quiere cargados de testosterona para los deberes coitales, pero, pasado el acto sexual, nos quiere sin testosterona, tiernos y estrogenados.
El Inamu es incapaz de ver que la mujer emplea otras formas de violencia diferentes a la violencia física del hombre, y se olvida de que la violencia es sistémica (en el sentido de la psicología Gestalt y como consecuencia de la lógica económica capitalista).
Los hombres no somos culpables de que, desde adolescentes, con el desarrollo de sus cuerpos, muchas mujeres se “monten” en una serie de fantasías (socializadas ampliamente por ellas mismas) en la que perciben su vagina y sus pechos como fuentes de poder absoluto sobre nosotros los hombres, ni de que usen su cuerpo como pasaje a la movilidad social y a la obtención de mercancías, vía el intercambio de su sexualidad.
Nosotros, los hombres, no somos responsables de que el Inamu gaste tiempo y recursos con una demagogia trillada y desgastada que irresponsabiliza a las propias mujeres de sus malas decisiones, de sus fantasías de convertir al macho problemático en un hombre bueno y cariñoso, mediante su gran potencial de amor, con el fin de creer que ese “amor incondicional” prueba el valor de ellas, como un medio para solventar sus problemas de autoestima.
La violencia pasivo agresiva de la mujer no deja marcas como la violencia física del hombre, pero puede ser a veces más maleable en su aplicación. Todos los hombres, creo, hemos pasado por alguna situación en que una mujer lance un comentario venenoso (directo a la autoestima) con un aire de “chica sensible”. O, por otra parte, la violencia pasiva de la mujer que busca al hombre adinerado para explotar su billetera, convirtiéndolo en un simple objeto para alcanzar su propio beneficio; luego, no le gusta que se le vea como un mero receptáculo de la sexualidad masculina (ante lo cual no duda en gritar agresión, cosificación, etc.). Como dice el dicho: lo que es bueno para la gansa es bueno para el ganso.
Si el Inamu realmente quisiera construir una sociedad con menos violencia “contra” la mujer, entonces atacaría el principal socializador de la violencia pasiva femenina y de la mayoría de fantasías sin sentido que las mujeres cargan consigo, es decir, las telenovelas.
¿No sería mejor, doña Alejandra Mora, pasar a la ofensiva en este punto, eliminando una televisión con una programación basura? ¿Por qué el Inamu, doña Alejandra, no ataca esto?
Un gran negocio, en términos económicos e ideológicos (como mecanismo de control social de estupidización), para Repretel y Teletica son las telenovelas, donde se venden estereotipos de mujeres que no son más que juguetes sexuales, que quieren subir en la escala social burguesa dando su cuerpo a cambio de privilegios económicos (lo cual es prostitución), dentro de un aire de irracionalidad femenina (en ocasiones también feminista) y superficialidad total.
¿Le teme el Inamu a estas empresas de televisión? ¿O es más rentable, politiqueramente hablando, fingir que el Inamu hace algo por la mujer, cuando en realidad lo único que quiere es lanzarla, con el cuento de la igualdad y en detrimento de la crianza de los hijos (lo cual también podría hacer el hombre, pero el hembrismo machista no ve esto con buenos ojos), al mercado laboral para que genere plusvalía para la decadente burguesía?
Que la violencia masculina deje marcas en el cuerpo no implica que la violencia pasivo agresiva de la mujer no deje sus marcas también, ni que sea tan nociva como la masculina.

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