Opinión

Los electorados de la democracia costarricense y las elecciones de 2018

Un proyecto de investigación, desarrollado en el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP), en conjunto con el Instituto de Formación y Estudios en Democracia_(IFED)_del_Tribunal_Supremo_de_Elecciones

Un proyecto de investigación, desarrollado en el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP), en conjunto con el Instituto de Formación y Estudios en Democracia (IFED) del Tribunal Supremo de Elecciones y con el apoyo de la Rectoría de la Universidad de Costa Rica, abordó de manera profunda la cultura política y el comportamiento electoral costarricense en torno a las elecciones de 2014. Para ello, se condujo, en 2015, una encuesta cara a cara en todo el territorio nacional, la cual sumó 1601 entrevistas y aplicó un cuestionario que es, en buena medida, comparable con el utilizado en los estudios previos dirigidos por Ciska Raventós, Olman Ramírez y otros.

Uno de los productos del proyecto es en el libro Los electorados de la democracia costarricense (en prensa, Editorial IFED-TSE). En esta obra, los autores brindamos una panorámica de los resultados más relevantes de la encuesta, entre los cuales se puede resaltar la asentada percepción pesimista de la política, generalmente asociada con la corrupción y la visión delegativa de la democracia, en el sentido de que son “otros” (los políticos) quienes toman las decisiones. Este hecho limita la participación al voto en las elecciones nacionales.

En relación con este último aspecto, es de resaltar un hallazgo ya consolidado, gracias a las investigaciones anteriores, pero que algunas veces se ignora: la mayor parte de los costarricenses, si bien no vota en todas las elecciones nacionales en las que tiene oportunidad, sí ejerce su derecho al voto en la mayoría de ocasiones. Visto de otra forma, el núcleo de abstencionistas consistentes (que nunca vota) es reducido (aproximadamente 14%), en comparación con el abstencionismo itinerante.

Por otro lado, es bien sabido que la participación política de los costarricenses va más allá del acto de votar. El involucramiento activo en campañas electorales, el activismo en calles y manifestaciones, la denuncia institucional, el contacto a políticos y la expresión de posiciones políticas en la web, entre otros actos, forman parte del repertorio de participación. La encuesta de 2015 estimó que prácticamente la mitad de las personas no desarrolla ninguna actividad política más allá del voto, mientras que la otra mitad participa de una o varias formas. Hay, por lo tanto, una sociedad dividida en cuanto al activismo político. Asimismo, se coincide con otras investigaciones al constatar que la participación política, en su sentido amplio, no sustituye al voto sino que lo complementa. Es decir, las personas votantes -en especial aquellas consistentes- presentan mayor probabilidad de recurrir a las formas variadas de participación, en comparación con las personas que no acuden a las urnas.

Uno de los ejercicios que, en nuestra opinión, resultó más interesante fue clasificar el electorado según actitudes políticas e ideológicas. Así, un algoritmo exploratorio identificó tres grupos de electores:

  • Tipo 1: personas con 47 años de edad en promedio, con bajo activismo político, más conservadores y a favor del mercado.
  • Tipo 2: personas en promedio más jóvenes (35 años), con opinión negativa de la política pero mayor activismo, más liberales (en oposición a ser conservadores) y estatistas y con nivel educativo más alto.
  • Tipo 3: personas con 49 años en promedio, ideológicamente más autoritarias, conservadoras y estatistas.

Cuando se vinculan los grupos anteriores con el voto en la primera ronda de 2014, se observa que el Partido Acción Ciudadana (PAC) nutrió sus apoyos principalmente de los tipos 2 y 3 y el Partido Liberación Nacional (PLN), de las personas ubicadas en los tipos 1 y 3. Por el contrario, el Frente Amplio (FN) obtuvo el apoyo de votantes de tipo 2 y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) fue respaldado mayoritariamente por aquellas personas ubicadas en el tipo 3. Los abstencionistas, por su parte, no son un grupo homogéneo, ya que están constituidos por los tres tipos en partes casi iguales.

El trabajo realizado llevó a concluir que no hay uno, sino varios electorados costarricenses que, si bien comparten un generalizado malestar con la política, poseen posiciones ideológicas antagónicas. A pesar de que los datos corresponden a 2014-2015, creemos que ofrecen pistas para leer los resultados de la elección de 2018; especialmente, para entender que en este momento en Costa Rica hay una sociedad plural y descontenta, que mayoritariamente vota y que espera resultados de las personas electas, desafío de alto calibre para la clase política.

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