Opinión

Lo que no fue publicado

Es esencial dejar claro, que a la UCR le debo mucho, la sociedad costarricense le debe mucho, por lo que mi deseo es que siga siendo la UCR vital para el desarrollo nacional.

El 11 de noviembre del recién pasado 2019 se publicó en el diario La Nación un artículo de este servidor titulado “Yo gocé de ellos”.

Tres asuntos para iniciar: primero, el artículo enviado a la sección Foro del mencionado diario pretendía responder a una posición del autor sobre el financiamiento de la educación superior pública que hoy se discute en el país; segundo, el título del artículo no fue el remitido para publicación; y, tercero, lo publicado es resultado de una edición descontextualizada de parte de la periodista encargada de dicha sección.

Igualmente, debo decir que, al margen de lo anterior, el fondo de la opinión externada no es la primera vez que la transmito, ya que lo mismo expresé en mi informe de fin de gestión como director de Unidad Académica entregado a las instancias pertinentes en el mes de abril recién pasado. Esto quiere decir que no debería extrañar lo dicho, ya que los que me conocen saben cuál es mi sentir y mi visión sobre la correcta gestión de lo público.

Por otra parte, es esencial dejar claro, que a la UCR le debo mucho, la sociedad costarricense le debe mucho, por lo que mi deseo es que siga siendo la UCR vital para el desarrollo nacional con una clara visión de lo que debe ser la universidad del futuro, aspecto que merece ser discutido por toda la comunidad universitaria pero conjuntamente con la sociedad a la que se debe.

Por todo lo anterior, debo mencionar de forma enfática que amo a mi universidad y que por esa razón hago el llamado para que se genere un proceso de autorreflexión que toque su modelo de organización y funcionamiento. Con el fin de que responda a las exigencias de los tiempos presentes y futuros, al modelo de universidad al que aspiramos. En este marco, envié el artículo al diario La Nación, y fue publicado sin respetar la forma y parcialmente el fondo.

Dije en el artículo enviado al diario La Nación que considero que la sociedad debe tener totalmente claro que el aporte de la universidad pública a la sociedad costarricense es incuestionable. En lo particular, nadie se puede imaginar una Costa Rica sin la UCR. Pero 77 años de existencia hacen un llamado a la necesaria revisión a lo interno y valorar si lo que hace y cómo lo hace responde a los nuevos tiempos que exigen respuestas diferentes en contenido y método. Digamos, inicialmente, que hay docentes y carreras cuya existencia es cuestionable en la UCR. Y muchos lo saben, por no  decir que todos.

En concreto, lo siguiente es lo que creo; lo que intenté transmitir en el artículo y reitero en este momento.

  • Sobre la autonomía dije que no responde a la realidad actual y que creo que detrás de ella  se esconden los privilegios de que gozan muchos trabajadores universitarios, sobre todo los “más viejos” y que ostentan la “categoría ocupacional” de estar en plazas en propiedad. Una propiedad que se adquiere por ser más viejos, no por méritos reales ya que no se sustentan en una objetiva evaluación del desempeño.
  • No existe la evaluación del desempeño del personal docente. Es más, da lo mismo ser buen o mal profesor e investigador y no existen los mecanismos para sancionar o premiar; además no existen requisitos que permitan enaltecer el cargo de director (a) de Unidad Académica. La excelencia no es una exigencia debidamente normada.
  • Existen privilegios económicos que estimulan también la mediocridad: el pago de la anualidad es uno de ellos. Al personal se le reconoce un 3,75%, pagada sobre la suma del salario base más pluses. Recordemos que no se lo dijimos a los costarricenses.
  • Pero el más perverso de los privilegios económicos (hay muchos) es el pago de la dedicación exclusiva: un 30% sobre el salario base de los trabajadores universitarios. Hacerse acreedor a la dedicación exclusiva es muy simple ya que la normativa universitaria relacionada es muy laxa. No existe ninguna contraprestación por contar con el beneficio. No existe evaluación del desempeño. 
  • Contradictoriamente, el vínculo remunerado ha sido convertido en un asunto de corte ideológico olvidando los beneficios que le genera a la sociedad, a la universidad y al docente que impulsa este tipo de iniciativas. 
  • Por otra parte, existe también lo que defino como la endogamia universitaria y que se origina en hechos que la institución debe revisar en el corto plazo. La mayoría de los docentes que hacen carrera universitaria son resultado de los propios procesos de formación en la Universidad. Ese no es el problema, el problema es que, al concluirlos, se quedan laborando en ella. Dicho de otra manera, son docentes con muy poco conocimiento de la realidad social, económica y política del país. Los “maestros” están desapareciendo de nuestra UCR. Aquellos maestros, en mi caso, como Guido Miranda y Manuel Aguilar Bonilla de grata memoria.

De momento, urge que la UCR vuelva a ver su interior y comprenda que 77 años de historia hacen un llamado a su auto revisión y ajuste. Lo que es claro es que este modelo de organización y gestión no puede ni debe seguir siendo objeto de financiamiento público sin dicha revisión. 

Este es un llamado a la responsabilidad y a cuidar a nuestra UCR.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido