Opinión

El libro de Alex Solís sobre el pensamiento jurídico de Rodrigo Facio Brenes

El Dr. Alex Solís Fallas, profesor de Derecho Constitucional e investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas en la Universidad de Costa Rica

El Dr. Alex Solís Fallas, profesor de Derecho Constitucional e investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas en la Universidad de Costa Rica, no pudo ser más oportuno al publicar el libro El pensamiento jurídico de Rodrigo Facio (Editorial Universidad de Costa Rica. Ciudad universitaria Rodrigo Facio, 2017) en el presente año.

En este año se conmemora el centenario del nacimiento de ese ilustre estadista, a quien se ha reconocido profusamente su aporte en múltiples aspectos, tales como el universitario, donde su influencia teórica y práctica es inconmensurable, en la ciencia económica desde la cual formó muchas generaciones de estudiantes, introdujo el estudio de importantes economistas clásicos y modernos e influyó notablemente en la política económica y en la práctica y trasmisión de profundos valores humanistas, así como en su apreciable obra en el campo de la poesía.

Rodrigo Facio, jurista

El libro de Alex Solís agrega un aspecto poco explorado y leyéndolo, se llega a la profunda convicción de que el legado de Rodrigo Facio como jurista es tan importante como el mayor de sus otros aportes, pues se sigue aplicando en Costa Rica 68 años después.

Esto se debe a que, en su labor como constituyente, Rodrigo Facio desplegó la profundidad de sus análisis, el meticuloso examen de la doctrina, su conocimiento del derecho comparado y su habilidad para la contextualización histórico social del proceso de creación de las leyes.

Su influencia es intensamente actual porque su pensamiento jurídico quedó plasmado en gran parte de los artículos de la Constitución Política que nos rige. Además, las actas de la Asamblea Constituyente de 1949, nos recuerda Alex Solís, son consultadas a diario, como fuente para las sentencias y votos de la Sala Constitucional.

Otro mérito del libro de Alex Solís es su referencia a debates en el campo jurídico que se dieron durante el proceso de redacción de la Constitución, con Rodrigo Facio como figura central. Alex Solís destaca muchos debates de Facio sobre temas jurídicos fundamentales. Por tiempo y espacio, solo enunciaré unos pocos.

Por actual, cabe mencionar el relativo a la contradicción entre teorías puras y teorías hermenéuticas o sociales del Derecho. Señala el autor alguna incoherencia del diputado Facio al respecto, pues mientras en algunas argumentaciones se inclina por las primeras, sobre todo cuando se refiere al fundamento del poder constituyente, en otras ocasiones se inclina por una especie de jusnaturalismo y se refiere a derechos “eternos”, acercándose así a posiciones que sitúan al derecho como una creación divina, concepto que, como se sabe, fue la base del absolutismo, a pesar de ser don Rodrigo convencido demócrata. En mi ejercicio como abogado, autor y activista en el campo de los derechos humanos, critico fuertemente esa posición la cual justifica la apropiación, por parte de actores políticos o religiosos terrenales, de la atribución de imponer normas favorables a sus intereses, a nombre de una naturaleza o unos dioses que solo ellos tendrían la facultad de interpretar.

No quiero ser injusto y por eso aclaro que, en 1949, cuando esas discusiones se dieron, apenas se habían cumplido cuatro años de la Carta de San Francisco, creadora de la Organización de las Naciones Unidas y de su paralela actualización del concepto de derechos humanos.

En otros aspectos, por el contrario, sorprende lo avanzado de sus ideas relativas a los Derechos Humanos. Por ejemplo, cuando se debatió el artículo que consagra la igualdad ante la ley. Los diputados constituyentes más conservadores optaban por mantener el texto de la derogada constitución de 1871, la cual simplemente declaraba el principio de que todo hombre es igual ante la ley.

Facio propone un texto más amplio en el cual, entre otros puntos, se establezca que la ley

… dará un trato que compense las desigualdades derivadas de la naturaleza física y de la organización social

Se estaba adelantando casi 70 años al avanzado concepto que se ha venido acuñando hoy en día, bajo el nombre de la discriminación positiva. No solo se adelantó, fue más allá, porque en la actualidad se reclama la discriminación positiva para recuperar el retraso en equidad que sufren las mujeres, los niños, los ancianos y otros grupos vulnerables como las personas con capacidades diferentes. Rodrigo Facio avanzó más y la planteó para desigualdades derivadas de la organización social. Se refería a sectores vulnerables por su posición desventajosa en la división social del trabajo: no lo menciona con esos nombres, pero es obvio   que se refería a los obreros, los campesinos, los desocupados, en fin, a los explotados.

Muchos de esos principios fueron incluidos, décadas después, en el Pacto sobre Derechos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas y en el Protocolo de San Salvador de la OEA. Sin embargo, por mi experiencia personal, como abogado en el campo de los derechos humanos, puedo afirmar que el Sistema Interamericano es reticente a aplicar esos pactos, valiéndose de un engendro conceptual que los caracteriza con el eufemismo de derechos programáticos.

Lamento los límites de tiempo y espacio que me obligan a detener aquí la mención a los numerosísimos puntos jurídicos que plantea Alex Solís al estudiar a Rodrigo Facio como jurista. Lo que deben hacer, los interesados en estos temas, es leer cuidadosamente el libro y conservarlo como obra obligada de referencia.

Quiero terminar con una breve alusión al autor. Alex Solís exhibe una apasionada carrera en el campo del derecho, desde la academia y desde la función pública. En esta última ha sido líder y conductor, lo que me consta, por ser yo, a medias, residente del cantón de Pérez Zeledón; por ello conozco el reconocimiento que se le tiene como dirigente político. En su función pública a nivel nacional ha sufrido persecuciones que, desde los noticieros de Radio Universidad, denuncié como injustas en su momento.

Me impresiona su vocación académica. Por su ubicación social, es posible que, materialmente, le iría muy bien si se dedicara exclusivamente a actividades económicas. Sin embargo, se ha quemado las pestañas estudiando, formando e inspirando estudiantes e investigando para legarnos obras de gran trascendencia, algunas merecidamente premiadas. El libro que acaba de publicar sobre el pensamiento jurídico de Rodrigo Facio, es una enorme contribución al mejoramiento de la vida social, a partir del conocimiento riguroso del derecho.

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