Opinión

Leer en familia: de las mejores lecciones          

Animar a leer desde la familia requiere constancia y entusiasmo, así como propiciar situaciones que provoquen el contagio.

De un momento a otro, los días en que los estudiantes asistían a los Centros Educativos se volvió un asunto del pasado. Ese 16 de marzo al mediodía, cuando se anunciaba la suspensión de clases en centros educativos públicos y privados, trazaba el camino de una nueva vida que nadie eligió.

La dinámica familiar cambió de forma significativa. Ahora, compartimos o compartimos. No importa cómo son sus miembros, en este tiempo el llamado es a permanecer en casa y seguir los protocolos.  Atrás debe quedar el apego a la rutina diaria y el llamado es a construir este nuevo  estilo vida día a día. Es lógico pensar que el sentimiento es extraño, pero la invitación a reinventar el concepto de convivencia es enorme, maravilloso y hasta apasionante.

Empezamos a vivir en un tiempo diferente, el cual se puede hacer eterno y agobiante, o a lo mejor una experiencia que nos hace mejores para retornar a las virtudes del ser humano a aquella lógica que era el único camino para sobrevivir.

Por otro lado, las autoridades del Ministerio de Educación Pública corren para adaptar todo lo posible a otros escenarios, como espacios virtuales, guías de trabajo autónomo para continuar el proceso educativo a distancia, programas televisivos, entre otros. Los docentes luchan para conectarse  con los estudiantes de varias formas, primero era para repasar lo que se había visto en clase y ahora es avanzar en el camino de los nuevos aprendizajes. Definitivamente, esfuerzos valiosos en un momento distinto.

No obstante, unas de las mejores lecciones, las podemos dar en nuestra casa. Para esto, la lectura en familia se convierte en un escenario idóneo. Recordemos que según el ciclo que cursa cada estudiante, existen textos sugeridos; esto en la Lista oficial de Lecturas recomendadas, del Ministerio de Educación Pública, pero también el llamado es a proponer aquellas que se consideran pertinentes. En correspondencia con lo indicado, no se debe pasar por alto que el hogar ofrece muchas oportunidades para contar, dialogar, leer en voz alta; y la lectura permite pasar momentos inolvidables, conocer historias juntos, hacer descubrimientos y comunicar sensaciones; en consecuencia: experiencias que transforman al ser humano.

Animar a leer desde la familia requiere constancia y entusiasmo, así como propiciar situaciones que provoquen el contagio.

Por consiguiente, imaginemos dinámicas familiares, en  donde sus miembros inviertan parte de este intervalo en realizar lecturas,  que luego les permite comentar acerca de lo que esta aporta a cada persona.

Por ejemplo, un cuento como La Sequía de Carlos Salazar Herrera, cuando se leen fragmentos, que hacen sentir aquel indio desesperado que desea expresar,  pero simplemente es incapaz de realizarlo, nos lleva a un proceso de reflexión, en torno a la comunicación entre los seres humanos, como principio fundamental para la buena convivencia.

También, cuando leemos textos como El Principito encontramos gratos mensajes que nos llevan a discriminar lo verdaderamente importante, como aquel que nos dice: “he aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”; u otros pasajes que nos invitan a perder el miedo, ese temor que a veces termina con las buenas ideas: “yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo”.

De acuerdo con lo anterior, esta coyuntura nos brinda la gran posibilidad de compartir en familia grandes lecciones, desde una interacción promovida por las buenas actitudes y, principalmente, por el hecho de que siempre se puede aprender, pero todavía más, cuando se trata de leer en familia y experimentar a partir de este espacio, una transformación de vida.

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