El día lunes 30 de enero el Poder Ejecutivo envió a la Asamblea Legislativa los proyectos de ley que desea se traten en el periodo extraordinario; lo cierto es que desconvocó gran parte de los proyectos de ley que conformaban su agenda fiscal: Empleo Público, Impuesto al Valor Agregado y el Impuesto a la renta. Los dejaron de lado por inviabilidad política, argumentan las autoridades gubernamentales. Aun así teniendo la viabilidad en cuenta mantuvieron el proyecto de ley “Ley de Responsabilidad Fiscal de la República”, conocido popularmente como reglas fiscales. Un proyecto de ley que indudablemente presenta inconformidad por su carácter nocivo para la economía, y por ende experimenta resistencia en su consolidación como ley.
“El presente proyecto de ley propone una regla fiscal que limita el crecimiento del gasto corriente, según la relación deuda del Gobierno central-PIB”, texto base del proyecto de ley.
No obstante, el gasto corriente se liga al nivel de deuda y también al crecimiento promedio anual del PIB en los últimos cuatro años. Partiendo del Producto Interno Bruto a precios de mercado del BCCR entre el 2014- 2018, el promedio anual de crecimiento es de 4,2%. Remontándose a dicho promedio los parámetros del gasto corriente se presentan bajo las siguientes relaciones:
Si la deuda es menor al 30% del PIB y el gasto corriente igual al 17% del PIB, el crecimiento del gasto corriente será de un 4,3%. Si la deuda es igual o mayor al 30% del PIB y menor al 45% del PIB, el gasto corriente crecerá un 85% del PIB promedio, el cual será un 3,65%. Si la deuda es mayor o igual al 45% del PIB y menor al 60% del PIB, el gasto corriente aumentará un 75% del PIB, el gasto corriente crecerá un 3,22%. Si el nivel de deuda es igual o mayor al 60% del PIB, el gasto corriente crecerá un 65% de lo que crezca el PIB promedio, por lo que el gasto corriente aumentará un 2,7%.
Existe dentro del análisis económico el concepto expectativa, lo que esperan los agentes económicos que suceda en el futuro. Analicemos las expectativas de inversión del sector privado, dichas expectativas se establecen de acuerdo con el volumen de bienes y servicios que consideran podrán vender en el futuro los empresarios. De modo tal que las expectativas de lo que los empresarios venderán establece el nivel de empleados que necesitan las empresas, el consumo de materias primas y la producción futura. Para que la producción aumente, los empresarios necesitan expectativas positivas donde todo lo que produzcan se venda, y eso significa que si queremos una economía en constante aumento de producción necesitamos empresarios pensando que en el futuro venderán más que hoy, y para ello necesitamos personas consumiendo cada día más, por lo que necesitamos cada vez más gasto corriente y que este se traduzca en más consumo.
Ahora: ¿Qué sucedería con las expectativas de los empresarios en el momento de incorporar las reglas fiscales en la economía tica? Los ajustes del gasto corriente impactan en las expectativas de los empresarios de forma negativa. Si el gasto corriente no aumenta en mayor proporción que la producción, el empresario no tendrá incentivo de aumentar su producción en el futuro. El empresario al ver que el consumo disminuye por el recorte en el gasto corriente no solo disminuirá la producción futura, sino que también para mantener sus márgenes de ganancias intactas optará por desemplear personas, y consumir menos materias primas, lo que llevará a un efecto dominó en toda la economía. Si el empresario ajusta sus expectativas futuras de venta de acuerdo con la venta vigente, el recorte al gasto corriente-consumo en la actualidad generará un recorte en la producción futura, y de acuerdo con el proyecto de ley el gasto corriente se ajusta a un porcentaje promedio de la producción, el gasto corriente- consumo será cada vez menor y este determinará una producción menor en el futuro, formando así una espiral de miseria.