Opinión

Las leyes humanas ignoran las leyes naturales

El objetivo de la ciencia es comprender las causas de los fenómenos naturales, así se evidencia que existe un orden o lógica natural, según ciertas condiciones (Alfonso, 2003).

El objetivo de la ciencia es comprender las causas de los fenómenos naturales, así se evidencia que existe un orden o lógica natural, según ciertas condiciones (Alfonso, 2003). Las leyes de la naturaleza son fenómenos que se repiten en una variedad de circunstancias y condiciones que no se deben ignorar, siendo necesario que las leyes de la naturaleza se puedan aplicar y socializar por su importancia científica y epistemológica del desarrollo. Estas leyes se basan en observaciones de fenómenos naturales, que permiten comprender su invariabilidad y predictibilidad, y que reflejan tres propiedades: universales (siempre que se den las condiciones descriptas por la ley sucederá el fenómeno, independientemente de otras variables), objetivas (pueden ser comprobadas en todo momento) y predictivas (en determinadas condiciones ocurrirán ciertos fenómenos). Por ejemplo, las leyes de Newton (ley de inercia, de la dinámica, de acción y reacción), causa y efecto, generación de atracción, leyes de la termodinámica (conservación de la energía, entropía, sintropía), todo efecto tiene su causa y toda causa su efecto; las de Mendel, Kepler y otras.

En el continuo conocimiento, es necesario y obligatorio aplicarlas en el desarrollo científico-tecnológico, socio-económico y político, para evitar la crisis. Sin embargo, el actual sistema organizativo dominante de relaciones de producción capitalista (económico, energético, urbanístico, tecnológico, cultural e informativo, productivo y de consumo) nos está llevando al colapso, con reformas parciales, que no solucionan nada, pues el sistema urbano-agro-industrial actúa por encima de la capacidad de regeneración del planeta Tierra (Durán, 2002). Este desarrollo no cubre necesidades sociales, sino intereses de elites criollas y corporativas externas; este desarrollo ignora, irrespeta, invisibiliza y tergiversa deliberadamente los ciclos de regeneración natural del agua, aire, suelo y muchos otros.

Según la ONU, el mundo se encamina hacia su autodestrucción; ante una realidad dominada por la vida superficial, alienada bajo el mercado desregulado, como parámetro de vida, el planeta y la humanidad están en peligro de extinción y colapso real: bosques, biodiversidad, ríos, océanos, la tierra… todo está en serio peligro (Valero, et al., 2005). Además de caos o degradación (cambio) climática, desertización, erosión, pérdida y contaminación de aguas, suelos, capa de ozono, gases de invernadero, pérdida de biodiversidad (flora y fauna), estilo de producción agropecuario con agrotóxicos, explosión demográfica, caos urbano, el agua (¿un bien o mercancía?), la inundación de basura, las islas de plásticos y tóxicos varios, la lluvia ácida, la acidificación de los mares y océanos, y muchos otros. Aquí, el análisis causal exige replantear todo el sistema de dominación organizacional convencional, neocolonial, que rompa con las estructuras y crisis dominantes nacionales (sectores elites) e internacionales (sistema financiero, ONU, OMC, BM, FMI), que como sistema está en plena decadencia. La crisis ha despertado la obligación de superar viejos paradigmas convencionalistas, siendo necesario repensar todo e imponer un mundo basado en una lógica humana y ambiental, que tome en cuenta todas las interrelaciones de sustentabilidad sociedad-naturaleza. La humanidad debe afrontar algunos retos para mantener el planeta habitable: asumir las responsabilidad de las acciones, invertir en tecnologías limpias y energías renovables, cambiar el estilo de vida, pero con calidad; además, cuidar la tierra y la biodiversidad son elementos básicos en la absorción de dióxido de carbono. NO hay razón socio-política o teórica, ni tecnológica, técnica o económica que justifique el acelerado deterioro ambiental y la injusta distribución social; está comprobado que se puede hacer lo necesario para eliminar los diversos problemas que aquejan a la humanidad, pero en el escenario nacional o mundial no se vislumbra ningún grupo, organización o partido político capaz de realizar estas transformaciones necesarias, tomando en cuenta el desarrollo de las ciencias. No veo a ningún político actuando científicamente, solo intereses que generan pobreza, concentración de riqueza y serios problemas ambientales. Así vamos muy mal.

Ante el panorama difícil, todavía es posible hacerle frente, si se potencian transformaciones sociales y políticas, cambiando la matriz de toma de decisiones, donde la política ambiental esté en la agenda de los políticos, mediante un proceso colectivo, participativo, para adoptar con urgencia las medidas tecnocientíficas, educativas, jurídicas, socio-culturales, económico-productivas y político-institucionales que cumplan con la equidad, estabilidad económica, social, ambiental y política necesarias. Al propugnar la transformación de las estructuras dominantes en el modelo civilizatorio actual (Martínez, 2005), que tome en cuenta las leyes naturales de manera crítica –como señala Boff–, se necesita pasar del periodo Antropoceno al Ecoceno y generar uno nuevo más acorde con la realidad actual, mediante una articulación política de las leyes naturales (instituciones, económicas, jurídicas, social, culturales y ambientales) para un desarrollo integral y sustentable, donde tal planteamiento es muy importante; no deben ser neutrales, pero sí comprometidas con el cambio alternativo y ecológico en general.

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