Opinión

Las hijas de Berta

Llenas de valentía, inspiradas por las luchas de su madre y por la total impunidad de su asesinato, las hijas de Berta Cáceres

Llenas de valentía, inspiradas por las luchas de su madre y por la total impunidad de su asesinato, las hijas de Berta Cáceres han iniciado una larga travesía de denuncia y búsqueda de justicia por la muerte de una reconocida lideresa indígena y ambientalista de la comunidad Lenca de origen maya.

El largo recorrido de Berta -hija- y de Laura por países de Europa y de América, incluida Costa Rica, supone un peligroso desafío frente al gobierno de Honduras, uno de los países que arrastra desde hace muchas décadas una tenebrosa nube de impunidad con desapariciones y asesinatos de quienes se han atrevido a defender los derechos humanos o el respeto por los recursos naturales y sus tierras ancestrales.

No olvidemos en los años 80 entre las múltiples desapariciones, la de los costarricenses Francisco Fairén y Yolanda Solís en territorio hondureño. Según la organización Global Witness 114 defensores de la naturaleza han sido asesinados entre 2002 y 2014.

A partir del golpe de Estado del 2009, aumenta la represión en el país, particularmente contra defensoras y defensores de los derechos humanos y contra organizaciones populares indígenas y campesinas. Se reactivan los escuadrones de la muerte, la persecución y asesinatos ante el silencio del gobierno y la complicidad de los militares.

A pesar de las políticas de miedo y de impunidad, surge el liderazgo de mujeres indoblegables defensoras de los ríos, de la tierra y de la vida de la comunidad, quienes se han enfrentado a las transnacionales hidroeléctricas y a las empresas mineras, denunciando la concesión y privatización de los ríos y la tierra.

El odio y la violencia se vuelcan entonces hacia ellas, hacia las que se atrevieron a romper el silencio y a desafiar el sistema patriarcal gritando en las marchas ante la policía y el ejército: “¡Nos tienen miedo porque no tenemos miedo!”.

Berta Cáceres es asesinada en su casa el 2 de marzo, y días más tarde, el 7 de julio, la dirigente Lesbia Urquía, luchadora también contra la construcción de la represa hidroeléctrica en el Departamento de la Paz. Ambas, dirigentes de movimientos sociales en defensa de sus territorios.

Honduras es uno de los países en donde la impunidad se convierte en estímulo para los criminales, y en la principal amenaza para los derechos humanos; toma fuerza (tal como la definiera la Comisión de Derechos Humanos de la ONU), pues no hay “responsabilidad civil o penal por parte de los autores de violaciones”… escapando así “ a toda investigación , inculpación, detención o procesamiento…”. De esta manera se da la perpetuación de la impunidad con el resquebrajamiento total del estado de derecho.

Las hijas de Berta, jóvenes estudiantes de 23 y 25 años, están dando un ejemplo al mundo en la búsqueda del reconocimiento de la verdad en su país, se trata de desenmascarar a los transgresores de derechos humanos, a los perpetradores de asesinatos de campesinos (as), indígenas, estudiantes, periodistas, representantes de organizaciones LGBT…

Su objetivo es romper la impunidad producida por el Estado a través de sus instancias gubernamentales y judiciales tomadas por el crimen organizado y la corrupción del sistema, en donde las llamadas medidas cautelares internacionales para la protección de defensoras y defensores de los derechos humanos son totalmente ignoradas.

Miles de ciudadanos (as) hondureños exigen en las calles que la comunidad internacional intervenga el sistema de justicia del país. En 2015, Berta Cáceres recibió el premio Goldman, el “Nobel verde”, en reconocimiento a su defensa de la naturaleza. En su discurso dijo: “En nuestras cosmovisiones somos seres surgidos de la tierra, el agua y el maíz.

De los ríos somos custodios ancestrales del pueblo Lenca, resguardados por los espíritus de las niñas que nos enseñan que dar la vida de múltiples formas por la defensa de los ríos es dar la vida por el bien de la humanidad y de este planeta.” “¡Despertemos! ¡ Despertemos humanidad! ¡ Ya no hay tiempo!” La comunidad indígena defensora de las aguas del Gualcarque, se ha opuesto valientemente a la explotación minera e hidroeléctrica; por eso el mejor consejero de Berta y de sus hijas, ha sido el Río sagrado de los Lencas, del que depende su subsistencia. Ellas han entendido que el único camino es la lucha, y cuando alguien le preguntó a Berta  por qué la lucha debe continuar, ella simplemente respondió: “ Nos los dijo el Río, y por eso vamos a triunfar”.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido