Opinión

Las elecciones municipales y la necesidad de una coalición para 2018

Para las pasadas elecciones locales conformamos en Tibás una coalición con los diversos partidos progresistas del cantón.

Para las pasadas elecciones locales conformamos en Tibás una coalición con los diversos partidos progresistas del cantón. Si bien no se logró el principal cometido, permitió conocer a mucha gente honesta, trabajadora y deseosa de mejorar las cosas para la comunidad separada únicamente por militar en partidos políticos distintos, pero que compartíamos gran cantidad de ideales, principios éticos y aspiraciones para el cantón y el país.

No examinaré los resultados de las elecciones, ya otros lo han hecho mejor que yo, y ciertamente que más allá del empeño de la prensa liberal por mostrar este proceso como un “fracaso” ficticio para las fuerzas progresistas, particularmente el Frente Amplio, y de levantar voces sobre el supuesto resurgimiento de su amado bipartidismo que tanto extrañan, lo cierto es que –para todo lector objetivo de la situación– el FA cosechó su primera alcaldía y la primera de izquierda en la historia del país e incrementó su presencia municipal en todo el país; el PAC aumentó también levemente aunque deliberadamente no le acrediten la alcaldía de Montes de Oca y, aunque no provocó ninguna sorpresa, el haber quedado tablas ante un gobierno tan impopular y tan vilipendiado por la prensa es en sí mismo un triunfo. En cuanto al PUSC, al que es digno reconocerle que sin duda tuvo una gran victoria, cabe destacar que no es el mismo PUSC del bipartidismo histórico, que se sostenía sobre los polos del figuerismo/calderonismo, sino un PUSC al cual la salida de Calderón y sus acólitos lejos de perjudicarle aparentemente le benefició y parece mostrarse ante el electorado como un partido depurado de muchas de las figuras turbias que en el pasado enlodaron sus filas. Este PUSC descalderonizado emerge fortalecido de su primer proceso electoral tras el cisma, y es probable que pueda crecer más en especial porque puede capturar parte del electorado que abandonó el Movimiento Libertario, ya en sus últimas lides. Destacar también al PNG de Sergio Mena que, aunque actuó básicamente como partido franquicia, se convierte ahora en un protagonista relevante de la política nacional, lo que puede evolucionar en futura representación legislativa.

Pero lo cierto es que si algo nos demuestran las elecciones municipales es lo difícil que es vencer al PLN y a su militancia fanática que vota por el partido por pura lealtad partidaria, sin criticidad alguna o criterio otro que la lealtad a los colores. Poco más de 300.000 personas, esencialmente las mismas que votaron por Araya en la segunda ronda y que votan en las convenciones, es decir, los militantes disciplinados y comprometidos, quienes representan un piso nada desdeñable y que ningún otro partido alcanza.

Esto nos recuerda que, para impedir una nueva presidencia de José María Figueres (el virtual futuro candidato del PLN en 2018), es fundamental que se cree una coalición con las fuerzas políticas rivales. Las elecciones de 2014 demostraron que otro partido diferente al PLN puede llegar a la silla presidencial pero, ¿basta obtener la presidencia para gobernar? Como vemos actualmente, no. Un gobierno requiere una sólida mayoría en la Asamblea Legislativa, aliados estratégicos en los sectores sociales y la sociedad civil y una buena cantidad de autoridades municipales para tener un buen gobierno con suficiente músculo político, cosa que sólo es posible lograr creando una coalición que agrupe al PAC, al PUSC, al FA y a otras fuerzas políticas sea capaz de rivalizar en tamaño con el PLN y sus bases y así obtener no solo la presidencia, sino mayoría en el Parlamento y en los municipios. Una versión criolla de la Concertación chilena o del Frente Amplio uruguayo que han agrupado partidos con ideologías tan disímiles como los exguerrilleros tupamaros y los demócratas cristianos en una misma y estable fuerza política, sin perder por ello su identidad.

No cabe duda que hay diferencias enormes entre los tres partidos y que tendrán sus distintas razones para desconfiar unos de otros. Tampoco es dudoso que dichos partidos son más que capaces de llegar a la presidencia solos si la coyuntura es la adecuada. Pero, de nuevo, no basta con ganar la presidencia, sino promover un proyecto político mayor. Acá es donde los partidos deberán decidir qué es más importante; si sus intereses particular o Costa Rica.

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