Sin duda fue un fallo estratégico de Irán el no haber logrado prever, a través de sus aparatos de inteligencia que su General más poderoso Qassem Soleimani y por el trabajo que este desempeñaba, que podía ser blanco de ataques, sobre todo en un ambiente siempre convulso como el iraquí.
Viajar tan expuesto, aunque fuera en convoy de autos, sin control del espacio aéreo iraquí; un general de ese calibre (el segundo más importante después del Ayatolá Alí Khamenei) no “viaja” en el sentido estricto de la palabra, sino que primero son señuelos los que viajan para distraer a quienes podrían acabar con su vida. Pero el trabajo de inteligencia de EE.UU. frente a un trabajo fallido de contrainteligencia iraní propició el desenlace fatal.
La tecnología de los drones se trae abajo cualquier estrategia evasiva por la precisión en la destrucción de sus objetivos. No obstante, este tipo de operaciones militares, abiertas o encubiertas, con autores declarados o en secreto son una característica común en la política estadounidense.
El asesinato de Solimani es tan geopolítico como electoral como variable de posible triunfo para Trump en su reelección. Si vemos, lo que hizo Reagan en 1983, cuando invadió la isla de Granada en su cruzada anticomunista, le dio el triunfo en su reelección presidencial en 1984; y a Obama cuando anunció en abril del 2011 optar por la reelección presidencial y un mes después (en mayo) se dio el operativo militar contra Bin Laden y en 2012 Obama ganó las elecciones.
Por su parte, Trump enfrenta un juicio político y apuesta a lo mismo que tanto le criticó a Obama; ese “ramboísmo” que gusta tanto a los estadounidenses. Que Trump diga que Soleimani planeaba asesinar a estadounidenses, quizá sea cierto o no, pero no deja de ser el trillado discurso de siempre de los gobiernos estadounidenses para anticiparse y justificar cualquier acción militar, sin que medien pruebas o explicaciones para la opinión pública.
Trump busca hacer de Irak lo mismo que sucedió en Siria cuando se dijo que la “revuelta” siria era una continuación de los eventos en el Norte de África contra los regímenes autocráticos. A nueve años de haber empezado la guerra en Siria se pudo comprobar que esa guerra era con el objetivo de eliminar a uno de los aliados claves de Irán en la región. Sin embargo Bachar al Asad aún permanece en el poder, y debió luchar no solo contra los grupos rebeldes financiados por el wahabismo saudí y qatarí, tal y como sucedió con el levantamiento musulmán contra Moscú de los años 90 en el Cáucaso; sino contra el Estado Islámico; siendo aún más desastroso de lo que pretendían quienes organizaron, y financiaron la guerra siria.
Es la estrategia occidental y de algunas petro-monarquías el quebrar a terceros países (Siria e Irak) para afectar al país pivote (Irán). Desde agosto del año pasado el parlamento iraquí ya había aprobado una resolución para que las tropas estadounidenses salieran del país, de nuevo dicha demanda toma fuerza; similar medida ya la había tomado Afganistán en la administración Obama.
El asesinato de Soleimani no enfrenta a Irán y EE.UU. sino también a Irak, a lo que Trump ya amenazó con imponer sanciones si no le paga el costo de la base militar que son miles de millones de dólares. Todo apunta a una nueva guerra en Irak para quebrar la influencia iraní. La influencia militar rusa en Irak ha sido nula, pero el gobierno iraquí siempre estuvo anuente a la entrada de Rusia para luchar contra el Estado Islámico cuando aún no existían las milicias chiítas Hash al Shabbi operando en suelo iraquí. Habría que ver si ante la presente tensión Irak le pediría a Rusia apoyo militar más abierto y directo como para contrarrestar las amenazas de Trump.
Más que Irán es Irak la que se encuentra en una encrucijada, la candidata perfecta para un teatro de guerra mayor. Quince años de caos en Irak desde la invasión de EE.UU. en 2003, la caída de Saddam sin que EE.UU. supiera cómo llenar ese vacío, dando paso a que milicias radicales lideradas por Abu Musab al Zarqaui y Muqtada al Sadr optaran por una lucha contra la presencia estadounidense, meses de protestas por corrupción contra el gobierno iraquí (tercer país más corrupto del orbe), casi todos los días explotan coches bomba, más los amagos de guerra por las altas tensiones en el Estrecho de Ormuz y las potencias regionales como Arabia Saudita, Israel, Turquía e Irán misma repartiéndose el Medio Oriente como lo hiciera Francia y Gran Bretaña luego de la Primera Guerra Mundial con el fin del Imperio Otomano, los desastres del Estado Islámico y los recientes atentados hasta recientemente la casi toma de la embajada estadounidense en Bagdad como émulo a lo sucedido en Teherán en 1979, marcan ese altísimo riesgo para una nueva guerra en Irak.