Opinión

De cómo languidece la oposición venezolana

Datos arrojados por el plebiscito no apuntan a un avance significativo desde resultados electorales anteriores.

Si se asumen como veraces los datos de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) de Venezuela, un total de 7.535.259 personas participaron en el plebiscito que esa misma instancia organizó el pasado domingo.

Ese nivel de participación ha sido aclamado por la misma MUD, por gobiernos latinoamericanos y por medios internacionales como un éxito rotundo, incluso llegando a utilizar el término “mandato”, para justificar acciones de protesta ya anunciadas en contra del gobierno.

Llama la atención que, además del hecho de que la consulta no contó con ningún tipo de fiscalización ajena a los organizadores, los llamados cuadernos electorales con información del padrón y por lo tanto de la participación fueron quemados por la misma MUD, bajo el alegato de proteger a quienes participaron de posibles represalias por parte del gobierno de Nicolás Maduro.

Es decir, no existe posibilidad de verificar los resultados informados al final de la jornada por los rectores de las universidades Central de Venezuela, Metropolitana y Pedagógica Experimental Libertador.

Según la información divulgada -hay que insistir- por la propia MUD, de esas siete y medio millones de personas que participaron, 7.432.764 votaron “sí” a la pregunta “¿Rechaza y desconoce la realización de una asamblea nacional constituyente propuesta por Nicolás Maduro sin la aprobación previa del pueblo venezolano?”.

Lo cierto del caso es que aún tomando como ciertas las cifras imposibles de verificar, éstas lo que muestran es un debilitamiento de la oposición venezolana en términos de apoyo popular.

LA FRIALDAD DE LOS NÚMEROS

En las elecciones presidenciales del 2013, el actual presidente Maduro logró 7.505.338 votos, unos 30 mil menos que los que la MUD alega haber convocado este 16 de julio. La propia MUD en esa ocasión logró 7.270.403.

Hasta ahí todo bien para la oposición, pero ojo: En las elecciones parlamentarias de diciembre del 2015, la MUD logró un triunfo incontestable al lograr 7.726.066 votos, un 56,2%. Es decir, aún tomando el nivel de participación total que la MUD alega haber logrado el domingo pasado como muestra de su poder de convocatoria, éste representa un retroceso.

En resumen, en la consulta del 2017 la oposición venezolana ha perdido mucho del terreno ganado entre el 2013 y el 2015. Específicamente, dejó en el camino 190.807 votos, un 42% del avance logrado.

Pero más allá de la aritmética, esta realidad debe analizarse a la luz de todo lo que ha sucedido en detrimento del poder del gobierno de Maduro entre diciembre del 2015 y julio del 2017 dentro y fuera de Venezuela y que debió catapultar el apoyo a la oposición.

Se trata de realidades como la siempre creciente escasez de alimentos y sobre todo de medicamentos, o la hiperinflación, que en junio alcanzó el 127,8% según el Banco Central de Venezuela y que de acuerdo al Fondo Monetario Internacional podría alcanzar un 720% a final de año.

Más recientemente se han sumado elementos como las escenas de represión y violencia callejera que medios internacionales han transmitido y repetido bajo el encuadre falaz de que todos los muertos pertenecen a la oposición, o el despliegue mediático que recibe un mequetrefe como Leopoldo López, elevado a condición de mártir heroico por la propia estulticia del gobierno.

Aún cuando la oposición venezolana bajo el liderazgo de la MUD lo que haga en términos reales es retroceder, será esa estulticia reflejada en realidades como las mencionadas lo que finalmente determine el fin del gobierno del Partido Socialista Unido de Venezuela. Es decir, Nicolás Maduro y el equipo que le rodea constituyen el principal activo que tiene la oposición.

La interrogante pendiente es si la MUD y los intereses foráneos que la sostienen permitirán a Maduro llegar a las prometidas elecciones del 2018. En todo caso, si el único referente de manejo del poder de quienes hoy están en la oposición es el breve periodo en que destronaron a Hugo Chávez tras el golpe de estado del 2002, pues queda claro que al pueblo venezolano no le espera ninguna primavera democrática.

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