Opinión

La tragedia de Roy Alfaro Vargas

En un nuevo comentario publicado en el Semanario UNIVERSIDAD (3/10/2018), el filólogo Roy Alfaro Vargas dio a conocer que una amiga le habría insinuado que él aprovechaba las discusiones conmigo para “sacar provecho publicitario”...

En un nuevo comentario publicado en el Semanario UNIVERSIDAD (3/10/2018), el filólogo Roy Alfaro Vargas dio a conocer que una amiga le habría insinuado que él aprovechaba las discusiones conmigo para “sacar provecho publicitario” y promover sus “textos académicos” y “algunas ideas específicas en el ámbito del periodismo de opinión”.

También en ese comentario, Alfaro insiste en que uno de mis relatos de ciencia ficción tiene “tintes fascistas” y que la EUNED gastó “fondos públicos” en publicarlo, e implicó que la lucha por los derechos de las comunidades LGBTI no es más “que un proyecto neoliberal-fascista de control social y promoción del consumismo”.

Igualmente, Alfaro denunció que “la UCR y algunos colegas tienen censurados” sus “artículos académicos”, citó casi una docena de esos textos, se pronunció a favor de la desaparición del “Estado judío”, descubrió que “el marxismo y la dialéctica viven”, señaló que Donald Trump es un síntoma “de que el capitalismo está en quiebra” y acusó a Estados Unidos, a Israel y a toda Europa de ser genocidas.

Mediante ese comentario, Alfaro retrata de cuerpo entero su propia tragedia: en vez de construir una carrera académica basada en investigaciones dirigidas a producir conocimiento original sobre un tema o una problemática, ha tratado de hacerlo a partir de la descalificación sistemática de lo que otros producen.

El procedimiento es simple: organiza un marco teórico de sólida apariencia marxista, pero que no es más que una desordenada y endeble yuxtaposición de ideas ajenas, y después lo utiliza para descalificar política, ideológica y moralmente al autor del texto que “analiza”.

De esta forma, en las manos de Alfaro el marxismo no es un método de análisis ni un medio para la lucha por la liberación de los seres humanos, sino un instrumento de deshumanización. La primera persona a la que Alfaro aplicó ese “procedimiento” fue al respetado filósofo George García, a quien acusó de haber escrito un libro que podía ser parte de una “estrategia de la derecha” para eliminar “cualquier intento de criticar la depravación y obscenidad del modelo del capitalismo financiero actual”.

Puesto que los artículos de Alfaro han circulado en diversas revistas académicas costarricenses y extranjeras, incluidas algunas bastante prestigiosas como la Revista de Filología y Lingüística y la Revista de Ciencias Sociales, ambas de la Universidad de Costa Rica, su publicación prueba cuán vulnerables son los sistemas de evaluación de doble ciego.

Evidentemente, dado que Alfaro tiene una formación académica inacabada, de él no puede esperarse mucho. Por eso, en vez de referirse al asunto de que ocultó y manipuló información en un texto que le publicó una revista angoleña (Semanario UNIVERSIDAD, 12/9/2018), evadió el tema.

A diferencia de Alfaro, el editor de esa revista se tomó muy en serio la nota que le envié sobre cómo Alfaro había procedido en contra de las más elementales reglas del trabajo científico, y la publicó de inmediato.

Pocos días después de eso, Alfaro envió a mi correo electrónico personal un mensaje no solicitado, de contenido sexual y homofóbico:

“Les cuento que, en un país lejano, muy lejano, un idiota escritor sin talento, conocido como El Gran Felador de la burguesía fascista de los grupos nazi.on, se puso de llorón (afeminado el bicho) porque le criticaron sus escritos. El imbécil no acepta que se critiquen sus textos, al extremo que trató al comité editorial de “débiles”. En realidad, es tan arrogante el mediocre que no entiende la importancia de la crítica en su trabajo. Él solo quiere sentirse, con los premios de los grupos nazi.on, que es un genio, aunque eso le valga estar de rodillas haciendo su trabajo. Es triste ver cómo un mediocre como ese tiene que recurrir a tal función de felación para sentir que vale algo. ¡Problemas serios de autoestima! (Él sabe que irremediablemente es tonto.)”

No estaría de más que esa amiga que Alfaro afirma tener le insinuara buscar ayuda.

 

 

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