Opinión

La retórica de un futbolista teñida por el dequeísmo

El dequeísmo, además de ser incómodo, se dispersa como una ola de gran magnitud y contamina las frágiles mentes de aquellos que dan por sentado que sus ídolos hablan correctamente; porque son futbolistas, casi perfectos.

“Sabemos de que vamos a enfrentar a un gran equipo”.

Fútbol, los costarricenses respiramos fútbol.Es el deporte que nos apasiona y nos hace vibrar de emoción cuando nuestra selección o el equipo de nuestra preferencia gana un partido.  Los aficionados al fútbol seguimos la trayectoria de los jugadores, quienes se convierten, en muchos de los casos, en ídolos a los que nuestros niños y jóvenes quieren imitar. Algunos de ellos son: Navas, el Chunche Montero, Paté Centeno, Bryan Ruiz; juntos con todos los demás de una lista extensa que sobrepasaría las líneas que intento escribir aquí.

Ellos son los personajes protagonistas de muchas conversaciones y son ejemplos vivientes para nuestra población en general; incluso aquellos que se dieron a conocer en el siglo XX. Sin embargo, hay un detalle que llama mi atención: la estructuras gramaticales que nuestros héroes utilizan al expresarse.

Si bien es cierto lo relevante es su habilidad futbolística y su tenacidad en la cancha, al convertirse en figuras públicas deberían de preocuparse por mejorar su léxico y así dar una mejor impresión, de manera que se conviertan en un mejor ejemplo para sus aficionados. Por otro lado, pareciera que sus  asesores de prensa obvian este detalle o simplemente lo consideran irrelevante.

El “dequeísmo”, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, es “el uso indebido de la preposición ‘de’ delante de la conjunción ‘que”. Este es uno de los errores gramaticales más comunes en el que incurren los hispano parlantes. La oración introductoria de este texto es un ejemplo de lo que diariamente los aficionados al fútbol escuchamos en las declaraciones de los futbolistas antes y después de un partido, y en cualquier entrevista en algún medio de comunicación. 

El dequeísmo, además de ser incómodo, se dispersa como una ola de gran magnitud y contamina las frágiles mentes de aquellos que dan por sentado que sus ídolos hablan correctamente; porque son futbolistas, casi perfectos.

No quiero entrar en ninguna controversia aquí con respecto al nivel educativo de los futbolistas. Quiero hacer eco de las enseñanzas de mi padre, quien a pesar de haber cursado hasta el sexto grado de primaria, nos enseñaba día con día lo más cercano a la forma correcta de expresarnos. Esto lo que demuestra es que no es imperativo tener títulos universitarios para ser un autodidacta cuando las circunstancias así lo ameritan. Sé que es difícil romper con los malos hábitos, pero escuchar “sabíamos de que no iba a ser fácil” no lo hace definitivamente más fácil para los oídos más sensibles.

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