“Vamos a corte comercial”. La directora del programa cortó abruptamente al “gordito” de la esquina cuando el panelista explica que vivimos una degradación general y, jamás, crisis alguna. “Eso es politiquería”, fueron las últimas palabras que se le escuchó al participante. El debate se realiza dentro de un ambiente de seriedad absoluta, en uno de los pocos países más felices del mundo.
En el escenario los televidentes divisan máscaras de colores inimaginables: verdes, blancas, amarillas, rojas, azules etc. Los cinco restantes “expertos” en seguridad -criminólogos, exministros, policías, entre otros- coinciden en que hay una “crisis” en seguridad ciudadana, exigiendo a todos los jueces de la república atender el discurso policial y meter a la cárcel a todos los delincuentes, pues la “prisión preventiva” -ya Hitler lo había puesto en práctica-, debe ser la regla y no la excepción. Quien estaba en el centro del “set” siguiendo el juego de ponerse la máscara antes de hablar se quejó enérgicamente, porque “hay demasiado derecho garantista”, sin profundizar en los orígenes de la supuesta “crisis”. Desde ese momento quienes enarbolaban la “crisis” en ese país, riquísimo en tradiciones y exportaciones de antifaces, “apachurraron” para siempre el “gordito” aquel, defensor de la tesis de la “degradación generalizada” acumulada durante más de 30 años, como la responsable de tener la nación de cabeza.
¡Es una larga historia! Los “expertos”, atrás de sus máscaras, omitían aquellos primeros pasos dados por los próceres de la república para hacer de sus habitantes el pueblo más feliz del mundo. Se tocó tangencialmente aquel inolvidable Ejecutivo que obligó a los habitantes a retornar a la tierra para producir lo que los pobladores consumían. Fue cuando las “toscas herramientas” forjaron una nueva generación de sembradores, para dar así, el salto recomendado en un novedoso Ajuste Estructural. Desplazaron la agricultura tradicional “por incompetente”, imponiendo un “revolucionario” método de siembra del arroz, frijoles y papa.
El arroz sembrado antes con ayuda de bueyes y arado se realiza ahora desde el aire con cerbatanas automatizadas, colocadas bajo las alas de avionetas “científicamente” acondicionadas para esos efectos. Los frijoles ” tapados” tradicionalmente con malezas y charrales del campo eran un desaseo inaceptable; por eso había que importarlos masivamente. El cultivo de papas “revolucionó”, pues creían que, sí abonaban estas plantas con manteca y sal, las papitas salían ya “afrancesadas”.
!Perdón!. No me he presentado. Vengo de una nación primera en desarrollarse continentalmente, desde aquel día glorioso cuando el “líder” salió del templo prometiendo reformas profundas para ser más “igualiticos” y democráticos. Estudié en una escuela pública cuando todavía el comején no se las comía y la asistencia de los chiquillos era gratuita y obligatoria. No se mantenían apagadas sus luces por falta de pago de la factura. Nos comíamos las lechugas, los rábanos y los repollos cultivados por todos nosotros en la huerta, como expresión inequívoca de igualdad real. La “secundaria” se cursó en un Liceo público, donde la asistencia al laboratorio era tan obligada como debatir ideas sobre Darío, su modernismo o la trascendencia de Martí en la Revolución Cubana, apenas adolescente. Cuando había un dolor de muela corríamos hasta la “Unidad Sanitaria” y sin filas ni malas caras, el médico lo mismo extraía la pieza dental, curaba un ataque de lombrices o atendía sonriendo un parto.
Nací, pues, en un país maravilloso. De los pocos que han subsistido sin bases militares, ejerciendo la plena soberanía, su ejemplar diplomacia independiente, puesta a toda prueba. La única república del mundo además que ha entregado pozos de agua a quienes puedan pagarlos y sus habitantes no padecen de cortes del servicio, sino de “abastecimiento limitado”. Es por excelencia el más competente en erradicar la corrupción; tarea a cargo de dos excelentes funcionarios de Tributación Directa, encargados de atajar este tipo de goles. Además, ejemplar en cuanto a los derechos de los menores (prohibido su trabajo infantil), se detesta enérgicamente por moral del país, ser “paraíso fiscal” y, sí de justicia pronta y cumplida se trata, ni se diga. Si bien los panaderos locales rechazan ahora elevar más el precio del pan a su pueblo por falta de huevos en el mercado, dicen que la carencia de esas posturas de aves, es circunstancial.