Opinión

La realidad de las Sedes y Recintos Regionales

El próximo año se conmemoran 50 años del proceso de regionalización de la educación superior pública en Costa Rica, iniciado por la UCR.

El próximo año se conmemoran 50 años del proceso de regionalización de  la educación superior pública en  Costa Rica, iniciado por la Universidad de Costa Rica.

En abril de  1968, los habitantes de San Ramón  celebraban la creación del Primer  Centro Regional Universitario del  país, posteriormente, denominada  Sede de Occidente.

Para analizar la realidad de  las Sedes y Recintos Regionales  (SRR) se vuelve pertinente aludir  a la teoría económica con respecto  a la relación “centro-periferia”.

Si  bien es cierto, esta teoría surgió  para analizar las maneras en cómo  funciona la economía entre países  desarrollados y subdesarrollados,  enfatizando en la relación dicotómica de dependencia que se establece; en este caso, dichos aportes  teóricos se adaptan definiendo el  centro como la Sede Rodrigo Facio,  y la periferia las doce sedes y re- cintos regionales.

Cabe añadir que  este análisis no se puede concebir  cartográficamente.

Así es, la UCR se encuentra conformada por trece sedes y recintos  de los cuales doce son regionales,  estas se encuentran ubicadas en  diversos sitios del país, tales como  Golfito, Turrialba, Limón, Liberia,  mencionando solamente algunos.

El proceso de regionalización ha  sido, y continúa siendo, un proceso  de pugnas, en el que la resistencia  se convierte en un elemento fundamental.

Tal y como lo afirmaba  el profesor Luis Armando Ugalde  Marín, en el homenaje al emeritazgo  obtenido, la descentralización fue  un acto que generó oposición de  varios sectores dentro de la misma universidad.

Él comentaba que  algunos funcionarios aseveraban  que las necesidades inmediatas que  se debían solventar eran aquellas  que se suscitaban en Rodrigo Facio, y posteriormente, desarrollar  la creación de otras sedes.

Lo anterior, permite evidenciar  la manera en cómo la visión “faciocéntrica” se ha encontrado presente  en los universos discursivos que se  han construido sobre la creación  de sedes regionales. Lamentablemente, no se puede afirmar que  se ha superado esta visión, pues  actualmente sigue vigente y enraizada en muchas de las prácticas y  pensamientos.

Desde esta perspectiva, las sedes  y recintos regionales representamos la otredad, es decir, los otros  que no estudiamos en Rodrigo  Facio; “esos y esas” quienes recibimos cuestionamientos cuando  expresamos que somos estudiantes de la UCR, pues pareciera que  para ser un estudiante “legítimo”  se debe realizar un proceso de empadronamiento en la sede de San  Pedro.

Incluso hasta el punto de  tener que escuchar comentarios  inferiorizadores sobre el proceso  formativo académico-profesional  que encauzamos.

Hablar como estudiante de una  sede regional se convierte en un  proceso que pasa por el cuerpo de  quienes nos desenvolvemos todos  los días dentro de las aulas y las  instalaciones, experimentando  situaciones de dependencia centralizada y burocrática, recortes  presupuestarios, infraestructura  que no responde a las necesidades  actuales, entre otras.

Igualmente, se debe hacer un  hincapié y enfatizar que cuando  se aborda el tema de las sedes y  recintos regionales no se pueden  analizar como un conjunto uniforme; es decir, la realidad es diferente  de acuerdo con la unidad académica  en la que se encuentran los estudiantes.

Aun así, en este contexto  heterogéneo de grados de invisibilización, compartimos similitudes  con respecto a la subordinación que  se intenta mantener en relación con  la Sede Rodrigo Facio.

Por último, estar en una sede  regional representa presenciar la  existencia de desafíos cotidianos originados por la dependencia persistente en  los distintos procesos.

Asimismo, se  convierte en un  espacio desde el  que se puede  luchar por  la mejora  constante en  las condiciones de estudio de  nosotros.

Ser  estudiante de  una sede regional se torna  en una oportunidad para defender  el fortalecimiento de  la educación superior  pública, mientras se ahonda la  bandera de la regionalización.

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