Opinión

La persona adulta mayor y la elección presidencial en Costa Rica

Costa Rica se encuentró imbuida de lleno en un proceso electoral donde han tomado especial relevancia los temas relacionados con los derechos humanos.

Costa Rica se encuentró imbuida de lleno en un proceso electoral donde han tomado especial relevancia los temas relacionados con los derechos humanos.

Se hablaba de discriminación, inclusión y exclusión, de minorías, de matrimonio igualitario, de aborto de feminismo y de educación sexual. También de libertad religiosa y de la religión ligada a la política. Todos estos temas son de gran importancia y son parte de la discusión nacional, junto a otros tan importantes como el déficit fiscal, la infraestructura, el empleo público, el combate a la pobreza y la corrupción, entre muchos.

Sin embargo, es lastimoso que la temática y problemática de la persona adulta mayor no fuera abordada con la importancia que requiere por ninguno de los dos candidatos que participaron en la lucha electoral.

Las personas adultas mayores son en Costa Rica una población creciente (517.397 personas en el año 2017), y este crecimiento es en gran medida el resultado de las grandes conquistas de nuestro país, principalmente en lo referente a la salud, los derechos laborales, la educación y el cuido del medio ambiente. Nuestra esperanza de vida (79,6 años) es muy cercana a la de las naciones más desarrolladas del planeta. La visión de nuestros antepasados ha diferenciado a Costa Rica, no obstante, parece que esta sufre de una miopía creciente por parte de las nuevas generaciones que les impiden ver el puerto hacia el que navegamos. Una población envejecida cada vez mayor y la ausencia de la atención requerida de este grupo etario en los Planes de Gobierno para conservar la calidad de vida en este momento tan importante.

La discusión profunda de los tema de pensiones, discriminación, maltrato, condiciones socioeconómicas de esta población, carencias de cuido, falta de actividades recreativas y espacios para el esparcimiento, el desperdicio que se hace de la experiencia adquirida, la discriminación laboral de los que a pesar de su edad deben seguir buscando el sustento diario, y la falta de aplicación de la ley 7600 en toda su extensión para hacer nuestras ciudades amigables son síntomas inequívocos del límite de nuestra visión de proveer mejores condiciones de vida a la población adulta mayor.

Costa Rica debe poner más atención a sus mayores y, por ende, los candidatos presidenciales también. Son estos ciudadanos un gran activo de la patria, han creído en la democracia y en el país, han asistido esperanzados a las urnas entre 10 y  15 veces y algunos más, han dado su aporte y para esta elección también lo hicieron. No deben ser olvidados ni relegados. Debemos ser agradecidos e inteligentes. Al fin y al cabo lo que casi todos tenemos seguro es que tarde o temprano seremos parte de este creciente grupo etario.

Que gran orgullo para nuestro país, que el esmero del costarricense sea el cuido de sus niños, sus mujeres y también de su población adulta mayor.

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